Ya todo ha terminado.
Se hunden bajo el limo
los restos de la pira funeraria
y una estrecha columna de humo blanco
se eleva lentamente,
endulzando el olor del aire denso.
Un barbero te afeita la cabeza
y cantas entre dientes
un mantra improvisado.
Cuando alguien te acerque
entre sus manos mis cenizas
tan solo tendrás
que soplar.
sábado, 4 de julio de 2009
En Varanasi
Te escribo estas palabras
desde mi tumba,
ahumando el cielo azul de Varanasi
mientras quemo despacio mis últimos recuerdos.
Yo me sumo en la nada, pero tú
tranquilamente te entretienes
mirándote las uñas mientras cuentas
los minutos que tardo en hundirme en el lodo,
tan ajena al olor de la carne quemada,
tan ajena al dolor de los huesos quebrados,
tan ajena al color de la sangre vertida,
que no te has dado cuenta de que también navegas
en un barco de arena que naufraga.
Te pintas el contorno de los labios
con una fina raya de ceniza de los muertos,
repasas cuidadosa la sombra de tus párpados,
y perfilas la máscara que oculta
las cuencas hueras de tus ojos,
al tiempo que las ratas te observan y se apartan
huyendo de tu lado, porque temen
a la muerte que siempre te acompaña.
Cuando olvides mi rostro,
recordarán mi imagen
tus manos extraviadas y tus dedos,
perdidos en la noche.
Puedes hundirte, si tú quieres
en las fétidas aguas de este río,
arrastrarme contigo hasta su lecho y olvidarme,
y yo,
decapitado, seguiré
vagando entre las sombras de tu pecho,
mi cuerpo huérfano de ti,
mis brazos abatidos,
mis piernas cercenadas,
y asistiré contigo, de tu mano,
a la fiesta macabra de nuestro crematorio
en Varanasi.
desde mi tumba,
ahumando el cielo azul de Varanasi
mientras quemo despacio mis últimos recuerdos.
Yo me sumo en la nada, pero tú
tranquilamente te entretienes
mirándote las uñas mientras cuentas
los minutos que tardo en hundirme en el lodo,
tan ajena al olor de la carne quemada,
tan ajena al dolor de los huesos quebrados,
tan ajena al color de la sangre vertida,
que no te has dado cuenta de que también navegas
en un barco de arena que naufraga.
Te pintas el contorno de los labios
con una fina raya de ceniza de los muertos,
repasas cuidadosa la sombra de tus párpados,
y perfilas la máscara que oculta
las cuencas hueras de tus ojos,
al tiempo que las ratas te observan y se apartan
huyendo de tu lado, porque temen
a la muerte que siempre te acompaña.
Cuando olvides mi rostro,
recordarán mi imagen
tus manos extraviadas y tus dedos,
perdidos en la noche.
Puedes hundirte, si tú quieres
en las fétidas aguas de este río,
arrastrarme contigo hasta su lecho y olvidarme,
y yo,
decapitado, seguiré
vagando entre las sombras de tu pecho,
mi cuerpo huérfano de ti,
mis brazos abatidos,
mis piernas cercenadas,
y asistiré contigo, de tu mano,
a la fiesta macabra de nuestro crematorio
en Varanasi.
martes, 16 de junio de 2009
DEL NOTICIARIO DE LAS TRES
Tira mi brazo a la basura,
tira mis piernas
o tira mi cabeza, tanto da.
Puedes comerte el pan que he amasado
con mi sangre, untarlo cada día
con el sudor y con la angustia
clandestina y barata de mi pecho.
Puedes tostar mis ojos
o poner en tu mesa canapés
de inmigrante ilegal bien presentados,
poco me importa ya que te atragantes.
Hace ya mucho tiempo que no existo.
tira mis piernas
o tira mi cabeza, tanto da.
Puedes comerte el pan que he amasado
con mi sangre, untarlo cada día
con el sudor y con la angustia
clandestina y barata de mi pecho.
Puedes tostar mis ojos
o poner en tu mesa canapés
de inmigrante ilegal bien presentados,
poco me importa ya que te atragantes.
Hace ya mucho tiempo que no existo.
lunes, 8 de junio de 2009
QUIZÁS
Quizás abra tu pecho con las manos
como quien abre la maleta
después de un largo viaje
y busque, sin hallarla,
la llave de la puerta de mi infierno.
Quizás recorra con los ojos
las ingles de una nube
perdida en tu desierto, y en tu vientre
quizás escuche el grito, la palabra desnuda,
la tierra seca de tu voz ahogada,
la ceniza caliente de tu boca.
Quizás te llame suplicándote
que golpees con fuerza mis cadenas
y que temples el vidrio de mis alas
de libélula rota con tus labios
o que vueles de nuevo surcando mis esquinas,
o quizás, por cobarde, solamente me atreva
a espiarte escondido.
No confíes dormida en que despierte
la crisálida muerta, no aguardes a que un sueño
avente entre tus muslos,
helada por la escarcha,
la semilla enterrada en tus arenas, no dilates
ese encuentro en la duna
afilada y rotunda de tus pechos,
y deja ya que fluya
la saliva enquistada en tu garganta.
como quien abre la maleta
después de un largo viaje
y busque, sin hallarla,
la llave de la puerta de mi infierno.
Quizás recorra con los ojos
las ingles de una nube
perdida en tu desierto, y en tu vientre
quizás escuche el grito, la palabra desnuda,
la tierra seca de tu voz ahogada,
la ceniza caliente de tu boca.
Quizás te llame suplicándote
que golpees con fuerza mis cadenas
y que temples el vidrio de mis alas
de libélula rota con tus labios
o que vueles de nuevo surcando mis esquinas,
o quizás, por cobarde, solamente me atreva
a espiarte escondido.
No confíes dormida en que despierte
la crisálida muerta, no aguardes a que un sueño
avente entre tus muslos,
helada por la escarcha,
la semilla enterrada en tus arenas, no dilates
ese encuentro en la duna
afilada y rotunda de tus pechos,
y deja ya que fluya
la saliva enquistada en tu garganta.
jueves, 21 de mayo de 2009
NO SUCUMBAS
No pactes treguas con la noche,
no firmes armisticios con tu sangre
cuando quieras llevar la soledad
sobre tu espalda,
no calientes tu pecho
con la luz de la luna
ni quemando en tu piel amaneceres.
No claudiques, no cedas al impulso
de apagarte en las brasas de un fuego abandonado,
no sucumbas, amor, a ti, como si siempre,
no te entregues, amor, como si nada.
Cuando sientas el aire
huir de tus pulmones
y tu garganta, seca de sal, deseo y versos
te niegue la saliva,
haz que surja tu voz de las entrañas
y que tu lengua, con un grito
se rompa como el eco entre las rocas,
y llámame,
y arrástrame sin miedo hasta tu boca.
.
no firmes armisticios con tu sangre
cuando quieras llevar la soledad
sobre tu espalda,
no calientes tu pecho
con la luz de la luna
ni quemando en tu piel amaneceres.
No claudiques, no cedas al impulso
de apagarte en las brasas de un fuego abandonado,
no sucumbas, amor, a ti, como si siempre,
no te entregues, amor, como si nada.
Cuando sientas el aire
huir de tus pulmones
y tu garganta, seca de sal, deseo y versos
te niegue la saliva,
haz que surja tu voz de las entrañas
y que tu lengua, con un grito
se rompa como el eco entre las rocas,
y llámame,
y arrástrame sin miedo hasta tu boca.
.
miércoles, 20 de mayo de 2009
HOMENAJE A MARIO BENEDETTI
A LA IZQUIERDA DEL ROBLE
(Homenaje a Mario Benedetti)

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
como en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños,
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo se despierta con la lluvia.
Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nacer desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.
(Homenaje a Mario Benedetti)
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
como en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños,
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo se despierta con la lluvia.
Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nacer desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.
jueves, 9 de abril de 2009
NO ME DIGA
Regálame tus ojos que ven la magia del mundo,
yo te regalo los míos que miran siempre adentro.
ARANTZA GONZALO MONDRAGÓN
miran sus ojos tan adentro
señora
que cuando miran
no sé si miran
o perforan como gritos el aire
mi entereza
quizás acaso sea de usted este agujero tan profundo
que mantengo en el pecho bien guardado
esperando que un día
se me acerque
con su mirada plena de infinito
y me vacíe
al fin
para llenarme
quizás acaso sean también suyas estas llagas
que por dentro la carne me gangrenan
y estas tremendas rozaduras
este cuerpo ulcerado
y esta sangre
no me diga
señora
que no es de usted esta piel
que se desgaja poco a poco
de mí mismo y me deja tan desnudo
ante sus ojos
si me mira
es tan negra la noche en sus ojos cerrados
es tan grande la herida que usted abre en los míos
es tan larga la espera
sin su mirada
.
miércoles, 25 de marzo de 2009
ERA TANTA LA VIDA
Perdí los brazos y perdí las piernas
y en esta guerra atroz del día a día
creí caer en el vacío de un pozo cavernario
sin poder agarrarme a ningún pecho,
a ninguna palabra amiga que pudiera sosegarme,
o simplemente huir
arrastrando conmigo mi desdicha.
Pero miré tus manos y tus ojos
tan abiertos, la paz que transmitía tu mirada,
y era tanta la sed
en mis labios de vida,
y fue tanta la vida
concentrada en tus labios...
.
y en esta guerra atroz del día a día
creí caer en el vacío de un pozo cavernario
sin poder agarrarme a ningún pecho,
a ninguna palabra amiga que pudiera sosegarme,
o simplemente huir
arrastrando conmigo mi desdicha.
Pero miré tus manos y tus ojos
tan abiertos, la paz que transmitía tu mirada,
y era tanta la sed
en mis labios de vida,
y fue tanta la vida
concentrada en tus labios...
.
martes, 24 de marzo de 2009
INTROSPECCIÓN
No sé si son los años, que me cansan de todo,
o quizá la embriaguez de haber vivido tanto,
o esa rutina en que me sume
el porfiado haz de luz
que en las mañanas me despierta
y me recuerda cada día,
impertinente,
que tengo que seguir dando las gracias por vivir,
o quizá solo sea porque siempre
acostumbro a escucharte
en el silencio oscuro de la noche
cuando al fin nos quedamos,
como al principio, solos,
y hace un tiempo que ya dejó de ser lo mismo;
no lo sé, pero siento
que tendré que aprender a partir muy despacio
o a que tú me abandones muy deprisa,
cuando menos lo piense, quién lo sabe,
mientras beso unos labios con amor
o susurro un poema,
o por qué no, fumándome el último cigarro,
porque vengo notando, corazón,
que te estás apagando poco a poco
y ya siento llegar
tu último latido.
.
o quizá la embriaguez de haber vivido tanto,
o esa rutina en que me sume
el porfiado haz de luz
que en las mañanas me despierta
y me recuerda cada día,
impertinente,
que tengo que seguir dando las gracias por vivir,
o quizá solo sea porque siempre
acostumbro a escucharte
en el silencio oscuro de la noche
cuando al fin nos quedamos,
como al principio, solos,
y hace un tiempo que ya dejó de ser lo mismo;
no lo sé, pero siento
que tendré que aprender a partir muy despacio
o a que tú me abandones muy deprisa,
cuando menos lo piense, quién lo sabe,
mientras beso unos labios con amor
o susurro un poema,
o por qué no, fumándome el último cigarro,
porque vengo notando, corazón,
que te estás apagando poco a poco
y ya siento llegar
tu último latido.
.
viernes, 6 de marzo de 2009
¿Y SI TUS BESOS...?
Y si tus besos fueran solamente
una trampa fingida en la negrura
de la noche, una horrenda mordedura
de paloma que oculta una serpiente,
y tus manos, un sueño de mi mente,
un placebo, un antídoto que cura,
del veneno fatal, la picadura
en la piel, pero el alma no lo siente...
Si en mis labios sintiera los abscesos
de tu amarga ponzoña en la mañana,
no quisiera vivir un nuevo día:
si eso fueran tus manos y tus besos,
bebería la sangre que me mana
de la lengua, y de un trago moriría.
.
una trampa fingida en la negrura
de la noche, una horrenda mordedura
de paloma que oculta una serpiente,
y tus manos, un sueño de mi mente,
un placebo, un antídoto que cura,
del veneno fatal, la picadura
en la piel, pero el alma no lo siente...
Si en mis labios sintiera los abscesos
de tu amarga ponzoña en la mañana,
no quisiera vivir un nuevo día:
si eso fueran tus manos y tus besos,
bebería la sangre que me mana
de la lengua, y de un trago moriría.
.
sábado, 28 de febrero de 2009
SI ME EXTIENDES TU MANO
Si me extiendes tu mano, la atesoro entre mis dedos,
y si besas mis labios dulcemente me deshago.
Nunca pienses que soy como esos hombres con enredos
que prometen la luna si se tercia y luego impago.
Más bien soy de la casta de los hombres que sin miedos
se lanzan al vacío de otros brazos y me embriago
cuando bebo tu piel: ni cañonazos, ni torpedos,
ni quemo leña verde -ni la enciendo- en este trago.
Te quiero con locura, y con la frente levantada
puedo decirte siempre sin temor a confundirme
que te daré mi amor hasta la tumba, y bajo tierra
seguirá mi cadáver anhelando tu mirada:
ni muerto dejaré de suplicarte con voz firme
tu amor; morir sin ti es un infierno que me aterra.
.
y si besas mis labios dulcemente me deshago.
Nunca pienses que soy como esos hombres con enredos
que prometen la luna si se tercia y luego impago.
Más bien soy de la casta de los hombres que sin miedos
se lanzan al vacío de otros brazos y me embriago
cuando bebo tu piel: ni cañonazos, ni torpedos,
ni quemo leña verde -ni la enciendo- en este trago.
Te quiero con locura, y con la frente levantada
puedo decirte siempre sin temor a confundirme
que te daré mi amor hasta la tumba, y bajo tierra
seguirá mi cadáver anhelando tu mirada:
ni muerto dejaré de suplicarte con voz firme
tu amor; morir sin ti es un infierno que me aterra.
.
FARSANTE
Nunca humilló un ciprés ante la muerte
su mirada, ni tú, mujer altiva,
doblegarás la espalda si tu suerte
es vivir a mi lado mientras viva.
Tendrás que digerirte en la saliva
que te tragues si intentas mantenerte
de pie bajo mi bota destructiva,
y siempre sentirás tu esfuerzo inerte.
Cuando notes la sangre coagulada
recorrer tus arterias y tus venas
y el olor de la parca en tu semblante,
sabrás que no acertaste en la jugada:
jamás podrás quitarte las cadenas
ni arrancarte la máscara, farsante.
.
su mirada, ni tú, mujer altiva,
doblegarás la espalda si tu suerte
es vivir a mi lado mientras viva.
Tendrás que digerirte en la saliva
que te tragues si intentas mantenerte
de pie bajo mi bota destructiva,
y siempre sentirás tu esfuerzo inerte.
Cuando notes la sangre coagulada
recorrer tus arterias y tus venas
y el olor de la parca en tu semblante,
sabrás que no acertaste en la jugada:
jamás podrás quitarte las cadenas
ni arrancarte la máscara, farsante.
.
DESIDERATA
Se apagarán las luces y las sombras
recorrerán mi piel en el camino,
y la muerte abrirá junto al espino
sus redentoras fauces si la nombras:
oquedad en tu pecho en la que escombras
tu vida, mi pasado y mi destino
mientras ves impasible cómo inclino
mi cabeza ante ti, y no te asombras.
Dejaré que mi cuello se doblegue
y llorarás mi ausencia de rodillas
cuando oigas caer sobre mi tumba
la tierra que me guarde. Y cuando llegue
tu hora, sentiré cómo te humillas
tragándote el dolor que te derrumba.
.
recorrerán mi piel en el camino,
y la muerte abrirá junto al espino
sus redentoras fauces si la nombras:
oquedad en tu pecho en la que escombras
tu vida, mi pasado y mi destino
mientras ves impasible cómo inclino
mi cabeza ante ti, y no te asombras.
Dejaré que mi cuello se doblegue
y llorarás mi ausencia de rodillas
cuando oigas caer sobre mi tumba
la tierra que me guarde. Y cuando llegue
tu hora, sentiré cómo te humillas
tragándote el dolor que te derrumba.
.
domingo, 22 de febrero de 2009
LA SED
la sed
la sed es turbia arena en la garganta
es tierra seca y sal
y calavera
es cielo azul y sol
y sombra calcinada por el viento
es cauce abandonado y es hoja quebradiza
es vacío en las venas
es un trago de mar en las entrañas
la sed es cicatriz en la corteza de un árbol muerto
es un lamento mudo sin saliva
el grito de una lengua de cartón
y el beso de una boca de madera
la sed
son los ojos enormes
de ese niño con moscas en los labios
llorando para adentro
.
la sed es turbia arena en la garganta
es tierra seca y sal
y calavera
es cielo azul y sol
y sombra calcinada por el viento
es cauce abandonado y es hoja quebradiza
es vacío en las venas
es un trago de mar en las entrañas
la sed es cicatriz en la corteza de un árbol muerto
es un lamento mudo sin saliva
el grito de una lengua de cartón
y el beso de una boca de madera
la sed
son los ojos enormes
de ese niño con moscas en los labios
llorando para adentro
.
OTRO SONETO
El amor es un campo de batalla
en el que siempre pierdo la contienda
a pesar de que arrastre la leyenda
de que soy tan truhán como canalla.
Me ha herido tantas veces la metralla,
ha sido tan rotunda y tan tremenda
la forma de perder así la rienda
de mi vida, tan cruda la cizalla...
Hoy tu mano se funde entre mis dedos
y a tus labios me entrego con locura
para olvidar al hombre fracasado;
pero no sé seguro hasta qué grado
borrarás mis estigmas y la dura
falta de amor que vivo por mis miedos.
.
en el que siempre pierdo la contienda
a pesar de que arrastre la leyenda
de que soy tan truhán como canalla.
Me ha herido tantas veces la metralla,
ha sido tan rotunda y tan tremenda
la forma de perder así la rienda
de mi vida, tan cruda la cizalla...
Hoy tu mano se funde entre mis dedos
y a tus labios me entrego con locura
para olvidar al hombre fracasado;
pero no sé seguro hasta qué grado
borrarás mis estigmas y la dura
falta de amor que vivo por mis miedos.
.
SONETO ENCADENADO
Un beso, una mirada, una caricia
y te agarras quemándote a mis venas,
mi corazón sujetas con cadenas
y conviertes tu amor en vitalicia
obsesión por tenerme; en la ficticia
creencia de que preso me condenas,
con milongas y cantos de sirenas
pretendes convencerme. Qué fenicia.
Luego un gesto, un error, un simple roce,
cualquier motivo es bueno para herirte
y provocar el trueno y el naufragio.
Es tan frágil tu amor, tan breve el goce,
tan esclavo, que tengo que decirte
mi amor, que no es amor, sino un mal plagio.
.
y te agarras quemándote a mis venas,
mi corazón sujetas con cadenas
y conviertes tu amor en vitalicia
obsesión por tenerme; en la ficticia
creencia de que preso me condenas,
con milongas y cantos de sirenas
pretendes convencerme. Qué fenicia.
Luego un gesto, un error, un simple roce,
cualquier motivo es bueno para herirte
y provocar el trueno y el naufragio.
Es tan frágil tu amor, tan breve el goce,
tan esclavo, que tengo que decirte
mi amor, que no es amor, sino un mal plagio.
.
PORQUE TUS OJOS
porque tus ojos
miraban al vacío
como mira la rosa al jardinero
cuando en sus manos
vislumbra la navaja
y tiritabas
.
miraban al vacío
como mira la rosa al jardinero
cuando en sus manos
vislumbra la navaja
y tiritabas
.
SI NO MIRAS MIS OJOS
Nunca hallarás el centro.
Mi silencio te hiela
y las velas oscuras de tu barco
rielan cuando musitas
mi nombre en lontananza.
Si no miras mis ojos
jamás alcanzarás el horizonte.
.
Mi silencio te hiela
y las velas oscuras de tu barco
rielan cuando musitas
mi nombre en lontananza.
Si no miras mis ojos
jamás alcanzarás el horizonte.
.
LE ABRI LA MANO
Le abrí mi mano y ella
mordió mis dedos
ahuyentando mi amor con su ceguera.
Y hoy desea volver
escondiendo en su boca
sus dientes afilados, y olvidando
que ahora en mi recuerdo
aún vive la imagen de mi sangre
cayendo de sus labios.
.
mordió mis dedos
ahuyentando mi amor con su ceguera.
Y hoy desea volver
escondiendo en su boca
sus dientes afilados, y olvidando
que ahora en mi recuerdo
aún vive la imagen de mi sangre
cayendo de sus labios.
.
SI PUDIERA
Si pudiera curarme de mi mismo
y romper las mil caras de mi rostro
en todos los espejos, si pudiera
abrasar mi mirada en todas las hogueras
y regresar a mí
con la paz en las manos y en la boca
la palabra templada, el verbo justo,
los besos necesarios.
Si pudiera elegir entre todos mis yos
a ese hombre distinto con que sueño
en las mañanas tristes de mis noches,
y en las noches aciagas de mis días
disolverme en lo oscuro de la boca
y vomitarme piedra,
luz, oquedad y aire.
.
y romper las mil caras de mi rostro
en todos los espejos, si pudiera
abrasar mi mirada en todas las hogueras
y regresar a mí
con la paz en las manos y en la boca
la palabra templada, el verbo justo,
los besos necesarios.
Si pudiera elegir entre todos mis yos
a ese hombre distinto con que sueño
en las mañanas tristes de mis noches,
y en las noches aciagas de mis días
disolverme en lo oscuro de la boca
y vomitarme piedra,
luz, oquedad y aire.
.
Y LUEGO ME DIRÁS...
Yo ya estoy viéndote venir
con el puño en los ojos, y en las manos
esa mirada con que llegas
cuando quieres matar
la noche a hachazos; sí, y esa sonrisa,
esa sonrisa tuya que tanto me regalas,
es para mí la risa de una hiena
que no duda en clavarme sus colmillos
entre un verso y un beso.
Yo ya estoy viéndote venir dispuesta
a romper en mi noche tu vigilia,
a trenzarme las venas en tu pelo,
a comerte a mordiscos
los sueños de un cordero degollado;
y luego volverás
a decirme de nuevo que lo hiciste por mí,
que no fue más que el justo sueño
de un hombre entreverado -medio amante,
medio bobo- que ha estado a punto de quemarse
en el fuego carnoso de tus labios,
y me dirás, lo sé,
manteniendo en tu boca ensangrentada la sonrisa,
aún me dirás mirando mis despojos
que goce sin temor del derechazo.
.
con el puño en los ojos, y en las manos
esa mirada con que llegas
cuando quieres matar
la noche a hachazos; sí, y esa sonrisa,
esa sonrisa tuya que tanto me regalas,
es para mí la risa de una hiena
que no duda en clavarme sus colmillos
entre un verso y un beso.
Yo ya estoy viéndote venir dispuesta
a romper en mi noche tu vigilia,
a trenzarme las venas en tu pelo,
a comerte a mordiscos
los sueños de un cordero degollado;
y luego volverás
a decirme de nuevo que lo hiciste por mí,
que no fue más que el justo sueño
de un hombre entreverado -medio amante,
medio bobo- que ha estado a punto de quemarse
en el fuego carnoso de tus labios,
y me dirás, lo sé,
manteniendo en tu boca ensangrentada la sonrisa,
aún me dirás mirando mis despojos
que goce sin temor del derechazo.
.
A VECES ME DESCUBRO
A veces me descubro,
me miro y me devoro
como una fiera hambrienta de mí mismo
que busca en mis entrañas
la huella que le lleve a hallar mi paradero;
mas solo encuentro, muerta,
la sombra de mi sombra
y un rostro avejentado que me mira
con una mueca triste
que me muestra, insolente,
el amargo camino que me aguarda.
Si pudiera la bestia desgarrarme,
si pudiera trizar mi calavera
y limpiar con sus dientes
mi vientre de ponzoña,
si pudiera tragarse tanta bilis,
tanta muerte sin fin y tanto miedo, y si pudiera
del polvo de mis huesos hacer un hombre nuevo...
.
me miro y me devoro
como una fiera hambrienta de mí mismo
que busca en mis entrañas
la huella que le lleve a hallar mi paradero;
mas solo encuentro, muerta,
la sombra de mi sombra
y un rostro avejentado que me mira
con una mueca triste
que me muestra, insolente,
el amargo camino que me aguarda.
Si pudiera la bestia desgarrarme,
si pudiera trizar mi calavera
y limpiar con sus dientes
mi vientre de ponzoña,
si pudiera tragarse tanta bilis,
tanta muerte sin fin y tanto miedo, y si pudiera
del polvo de mis huesos hacer un hombre nuevo...
.
GRITO Y SUSPIRO
Me despega del suelo, me aviva y me golpea,
me pisa cuando quiere y me empuja a volar
como un ave sin alas, sin ojos ni horizonte,
que no distingue bien si surca el cielo
o se abisma en un pozo imaginario;
arranca con los dientes una flor
llena de espinas
y luego me la ofrece bañada en miel y mar,
dulce y mojada como un beso;
me acaricia rozando con su lengua
las palabras
y despierta deseos en mi piel
con esa voz cuajada de invierno poemario
que me apresa.
Ella puede ser seda y piedra pómez,
tela y araña,
el diente ensangrentado de una sierra
y de la vela tierna parafina;
es yegua mansa y uña encarnizada de felino,
fusta y espuela:
es escudo y espada.
Me despierta del sórdido letargo
con sus versos de nieve entre los dedos
y a fuego lento me enamora;
ella es pubis sediento y es calvario,
cadera que en su lecho me estremece
y pecho de mi boca amamantada,
es suspiro y es grito,
jadeo en el silencio de mis noches,
orgasmo de la luz en la mañana.
.
me pisa cuando quiere y me empuja a volar
como un ave sin alas, sin ojos ni horizonte,
que no distingue bien si surca el cielo
o se abisma en un pozo imaginario;
arranca con los dientes una flor
llena de espinas
y luego me la ofrece bañada en miel y mar,
dulce y mojada como un beso;
me acaricia rozando con su lengua
las palabras
y despierta deseos en mi piel
con esa voz cuajada de invierno poemario
que me apresa.
Ella puede ser seda y piedra pómez,
tela y araña,
el diente ensangrentado de una sierra
y de la vela tierna parafina;
es yegua mansa y uña encarnizada de felino,
fusta y espuela:
es escudo y espada.
Me despierta del sórdido letargo
con sus versos de nieve entre los dedos
y a fuego lento me enamora;
ella es pubis sediento y es calvario,
cadera que en su lecho me estremece
y pecho de mi boca amamantada,
es suspiro y es grito,
jadeo en el silencio de mis noches,
orgasmo de la luz en la mañana.
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LUZ Y CRISTAL
No es osario tu piel de luna clara:
es refugio perenne de mis manos,
enredadera eterna de mis dedos;
es catarata, lago transparente
y torrentera,
es remanso en el río que me arrastra,
es fuego y hielo;
es sed y es agua tibia,
es aire que me envuelve y llama que me quema:
tu piel morena es luz
y cristal donde miro tu reflejo.
Si has cerrado la puerta a la cordura
y esa paloma joven en tus versos ya no vuela
porque tiene las alas cercenadas,
mírate dentro, escarba
entre las piedras sordas de tu pecho,
busca en tu piel de luna,
desplumada, y verás
que en ella nacen todas tus preguntas
y en ella se hallan todas
mis respuestas.
.
es refugio perenne de mis manos,
enredadera eterna de mis dedos;
es catarata, lago transparente
y torrentera,
es remanso en el río que me arrastra,
es fuego y hielo;
es sed y es agua tibia,
es aire que me envuelve y llama que me quema:
tu piel morena es luz
y cristal donde miro tu reflejo.
Si has cerrado la puerta a la cordura
y esa paloma joven en tus versos ya no vuela
porque tiene las alas cercenadas,
mírate dentro, escarba
entre las piedras sordas de tu pecho,
busca en tu piel de luna,
desplumada, y verás
que en ella nacen todas tus preguntas
y en ella se hallan todas
mis respuestas.
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sábado, 27 de diciembre de 2008
DESESPERADAMENTE
Si pudiera tocarte y si pudiera
acercar a mis labios tu sabor siempre dulce;
si pudiera tenerte entre mis dedos
y ceñir tu cintura con mis manos,
y sentir que estás dentro pero también afuera, con el aire,
envolviéndome en ti como mi sombra,
nutriéndote de mí, como tu sangre;
si pudiera beberte en cada trago
y saciarme de ti eternamente,
cerrar los ojos y sentirte siempre verdadera,
inconfundible, pura, cierta, clara;
si pudieras ser punto de partida,
y camino sin cruces
y destino seguro de mis pasos...
Te estoy buscando
desesperadamente,
felicidad.
.
acercar a mis labios tu sabor siempre dulce;
si pudiera tenerte entre mis dedos
y ceñir tu cintura con mis manos,
y sentir que estás dentro pero también afuera, con el aire,
envolviéndome en ti como mi sombra,
nutriéndote de mí, como tu sangre;
si pudiera beberte en cada trago
y saciarme de ti eternamente,
cerrar los ojos y sentirte siempre verdadera,
inconfundible, pura, cierta, clara;
si pudieras ser punto de partida,
y camino sin cruces
y destino seguro de mis pasos...
Te estoy buscando
desesperadamente,
felicidad.
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viernes, 12 de diciembre de 2008
ENTRE LA BRUMA
Entre la bruma busco el aire puro
y la luz que perfecta te distinga.
Estoy buscando la caricia
del frío en mis pulmones o el calor
de tu sombra perdida entre mis brazos,
la humedad de tus ojos empapando mi mirada,
el perfil sinuoso de tus manos
transitando mi piel entre la niebla.
Busco el agua nadando en tu espesura,
la sal y la cayena,
busco el pan en el trigo de tu boca, el bebedizo
que en tus dientes de leche me alimente.
Perdida en mi silencio
te busco entre la bruma ...
y la luz que perfecta te distinga.
Estoy buscando la caricia
del frío en mis pulmones o el calor
de tu sombra perdida entre mis brazos,
la humedad de tus ojos empapando mi mirada,
el perfil sinuoso de tus manos
transitando mi piel entre la niebla.
Busco el agua nadando en tu espesura,
la sal y la cayena,
busco el pan en el trigo de tu boca, el bebedizo
que en tus dientes de leche me alimente.
Perdida en mi silencio
te busco entre la bruma ...
jueves, 11 de diciembre de 2008
POÉTICA DEL ARREBATO - Ultraversal.com - ANTOLOGÍA

La lista de autores que forman esta Antología representando a Ultraversal son:
1. Morgana de Palacios. España.
2. Alejandro Sahoud. Argentina.
3. Pastor J. Aguiar. (Alcibiades) - Cuba.
4. Luisa Arellano. (gaviota) - España.
5. Alex Augusto Cabrera - Perú.
6. Gerardo Campani. (Gerardo) - Argentina.
7. Enrico Espino. Venezuela.
8. Ana María Estepa Román (Ana Estepa) - España.
9. Isabel Esteve (Idella) - España.
10. Gloria G. Giravent (Tundra) - España.
11. Ronald Harris - Chile.
12. Silvia Hernando (333) - España.
13. Enrique Gutierrez Isoba (Hamal) - España.
14. José L. Lavilla (Aspideviper) - España.
15. Miguel Angel Palacios (Lumen) - España.
16. Daniel P. Ilardi (Admitteddan) - Argentina.
17. Enrique Ramos - España.
18. Isabel Reyes - España.
19. Héctor Reyes (H.A. Michi) - Honduras.
20. Silvio Manuel Rodríguez Carrillo (Dualidad101217) - Paraguay.
21. Ana Rodriguez Pizzi (Eva Lucía Armas) - Argentina.
22. Rosendo Antonio Rojas Betancourt (Antonio Rojas) - República Dominicana.
23. Enrique Sanmol - España.
24. Solange Schiaffino (italianita) - Chile.
25. Carlos Serra (Faón) - España.
26. Edwin Solano Reyes (Hermes) - República Dominicana.
27. David Uriarte - España.
28. Teresa Vento Mir (Gotinha) - España.
29. Alma Wichy - Argentina.
30. Jose L. J. Villena - España.
domingo, 9 de noviembre de 2008
MUJER DE LUZ
.
Oh! Cómo enamorarte,
mujer de luz en la penumbra triste
de mis días,
cómo encender la llama,
cómo avivar sedienta de mis labios
una sonrisa tuya, esclava, que perdure
en tu boca, en tus ojos y en tu pecho;
cómo sembrar amor entre tus dedos,
y en las palmas abiertas de tus manos
hallar el horizonte,
el rumbo que mi frente siga ciega
hasta encontrarte, eterna, para siempre.
Mujer de un sueño, cómo conocerte,
cómo descubrir nítida tu alma bajo el hielo,
tu corazón, bajo las aguas frías
de ese azul tan profundo en que te busco,
de ese mundo escondido en tus entrañas,
iceberg sumergido en lo más hondo
de un mar en que naufrago porque quiero,
sin dudarlo.
Dime, mujer de viento, dime cómo he de quererte,
y besarte en silencio cada noche
y abrazarte en silencio cada noche
y sentir en mis sienes tus caricias cada noche,
y en las mañanas frías tu calor
y tu luz de mujer,
enamorada.
.
Oh! Cómo enamorarte,
mujer de luz en la penumbra triste
de mis días,
cómo encender la llama,
cómo avivar sedienta de mis labios
una sonrisa tuya, esclava, que perdure
en tu boca, en tus ojos y en tu pecho;
cómo sembrar amor entre tus dedos,
y en las palmas abiertas de tus manos
hallar el horizonte,
el rumbo que mi frente siga ciega
hasta encontrarte, eterna, para siempre.
Mujer de un sueño, cómo conocerte,
cómo descubrir nítida tu alma bajo el hielo,
tu corazón, bajo las aguas frías
de ese azul tan profundo en que te busco,
de ese mundo escondido en tus entrañas,
iceberg sumergido en lo más hondo
de un mar en que naufrago porque quiero,
sin dudarlo.
Dime, mujer de viento, dime cómo he de quererte,
y besarte en silencio cada noche
y abrazarte en silencio cada noche
y sentir en mis sienes tus caricias cada noche,
y en las mañanas frías tu calor
y tu luz de mujer,
enamorada.
.
viernes, 27 de junio de 2008
EL BESO
ES
Es comisura abierta entre las sábanas,
fría luz encerrada entre las velas
de un barco en el que muero,
perdido antes de que el mar me engulla
en tu mirada, en tus ojos tristes;
es la luna quebrada en el cristal
redondo de tus pechos, es el grito
urgente de mi carne, es la llamada
ansiosa de tu vientre.
Es tierra seca, musgo, es agua tibia
que corre entre tus piernas y la sombra
ardiente de mis manos, soledad
colmada de suspiros y jadeos, que solloza
si siente que amanece entre tus brazos,
si siente
que se muere la noche y resucita
la mañana en lo oscuro de tu lecho.
Tu piel.
Ella es un pacto de tu mar secreta
con la playa desierta en que te sueño.
LUEGO, ME REMANSO
Por la mañana, cuando me despierto,
me despierto trigo recién granado:
enhiesto, roble, decidido,
con la cara llena de luz de luna.
Luego, me asombran esos árboles que crecen
rodeándome las piernas, espigados,
y dejan pasar la luz entre las ramas secas de mi otoño,
entre mi corazón bruñido y el borde de la hierba.
Crujen
bajo mis pies, como quejándose de un sino
que no les corresponde,
y se agitan, se retuercen, maldicen, mueren.
Me asombran esos árboles repletos de palabras como hombres
que acaban enredándose en mi pelo
y echando raíces profundas como simas.
Por la tarde, mi corazón se desaquella,
siento los ojos enrejados y el llanto sucumbido.
Se desvanecen poco a poco los recuerdos,
se alejan murmullando, poco a poco,
derriban a su paso la alambrada,
la arrancan de cuajo de la tierra...
Cuando llega la noche densa, opaca como un sueño,
las manos se me llenan de espinas y de sal,
de angustia y sangre,
y termino con los ojos comidos por los peces,
en el fango mis piernas amputadas,
y un deseo macabro de escarbarme, de horadar mi herida,
de saltar de nuevo al precipicio.
Luego, me remanso leyéndote,
reviviéndote, acompañándote, muriéndome.
Sé que un poco más allá,
en ese punto exacto del camino en la arboleda
en el que el pecho encuentra siempre todas las razones,
tus hojas cuelgan dulcemente de las ramas del quejigo
y tus labios impasibles apenas pueden escucharse:
suplican que olvidemos las preguntas,
porque ya no es necesaria una respuesta.
La suave brisa ha quebrado el frágil tronco,
hueco y carcomido,
y tu corazón no ha soportado la embestida.
Nunca la nube fue muralla para el viento,
ni una sonrisa muro, para la guadaña.
FUERON TRES
Fueron tres
pero tú sólo sentiste la primera:
un calor suave, al principio,
y luego una quemazón en el cuello,
como una brasa viva avanzando hacia la boca.
Más tarde, una sensación dulce de mareo
y una presión fuerte a la altura de la sien.
Después, en el suelo duro y frío, una voz
que te quería, diciéndote:
vas a salir de esta, vas a salir de esta...
y tú contestabas no , con la cabeza y con los ojos.
Fueron tres,
pero tú sólo sentiste la primera
bala en la nuca.
pero tú sólo sentiste la primera:
un calor suave, al principio,
y luego una quemazón en el cuello,
como una brasa viva avanzando hacia la boca.
Más tarde, una sensación dulce de mareo
y una presión fuerte a la altura de la sien.
Después, en el suelo duro y frío, una voz
que te quería, diciéndote:
vas a salir de esta, vas a salir de esta...
y tú contestabas no , con la cabeza y con los ojos.
Fueron tres,
pero tú sólo sentiste la primera
bala en la nuca.
NO QUIERO MARZO
He querido buscar en estos días
los recuerdos hermosos de otro marzo,
pero mis ojos solo me devuelven
vacíos, oquedades, agujeros profundos como abismos
que quieren engullirme, que me muerden los pies
y tiran de mi cuerpo hacia una sima.
Y no encuentro un final que me consuele.
Hoy en mi tierra el aire sabe a cieno
y me llena la boca de tristeza. Ya no sopla
su viento en la montaña, ni se remansa el agua
en el contorno de su sombra y mía; no se templa
la mañana en sus manos, ni en mis ojos
anida la esperanza. El campo malherido
está sangrando a borbotones.
He querido creer que todo era solo un sueño,
una broma macabra de algún trasgo enfebrecido,
un juego tontamente planeado
por un dios loco, tristemente loco,
que no supo entender que con su juego nos mataba.
He querido soñar que todo era
una errata perdida en mi cuaderno,
un error, un fatal malentendido, y que marzo
volvería a llenarme las entrañas con sus versos.
El viento de febrero ha taladrado mi garganta:
enmudecido, sordo, ciego voy
vagando por mis ruinas, tapándome los huecos
que ha dejado en mi piel su calavera.
Si pudiera aventar de un manotazo
la tierra que le cubre, reventar la cadena que le ata
a la línea infinita de la muerte. Si pudiera buscarle
y liberar sus manos y su lengua, sus labios y sus versos,
si pudiera arrancarle los grilletes que le lastran,
le empujan al abismo,
le aferran al destierro y a la piedra callada,
a la noche maldita del silencio.
No quiero marzo: quiero que se vaya.
Que se caigan las hojas de los árboles
como lágrimas secas
y distantes, que cruja la madera
de sus heridas ramas, de sus raíces rotas
por el peso imponente de la tierra.
Que maduren las uvas con retraso,
que no quiero vendimia en este mes,
ni quiero el mosto amargo. Que no me traigan vino
que sangre se me vuelva en las entrañas,
que yo no quiero cata si no es él
mi compañero. Nunca sin su copa.
No quiero marzo: quiero en mi silencio,
en el silencio llaga de mi pecho
oír su voz serena, sentir en mis oídos su palabra,
su verso más humano.
El verso más humano.
los recuerdos hermosos de otro marzo,
pero mis ojos solo me devuelven
vacíos, oquedades, agujeros profundos como abismos
que quieren engullirme, que me muerden los pies
y tiran de mi cuerpo hacia una sima.
Y no encuentro un final que me consuele.
Hoy en mi tierra el aire sabe a cieno
y me llena la boca de tristeza. Ya no sopla
su viento en la montaña, ni se remansa el agua
en el contorno de su sombra y mía; no se templa
la mañana en sus manos, ni en mis ojos
anida la esperanza. El campo malherido
está sangrando a borbotones.
He querido creer que todo era solo un sueño,
una broma macabra de algún trasgo enfebrecido,
un juego tontamente planeado
por un dios loco, tristemente loco,
que no supo entender que con su juego nos mataba.
He querido soñar que todo era
una errata perdida en mi cuaderno,
un error, un fatal malentendido, y que marzo
volvería a llenarme las entrañas con sus versos.
El viento de febrero ha taladrado mi garganta:
enmudecido, sordo, ciego voy
vagando por mis ruinas, tapándome los huecos
que ha dejado en mi piel su calavera.
Si pudiera aventar de un manotazo
la tierra que le cubre, reventar la cadena que le ata
a la línea infinita de la muerte. Si pudiera buscarle
y liberar sus manos y su lengua, sus labios y sus versos,
si pudiera arrancarle los grilletes que le lastran,
le empujan al abismo,
le aferran al destierro y a la piedra callada,
a la noche maldita del silencio.
No quiero marzo: quiero que se vaya.
Que se caigan las hojas de los árboles
como lágrimas secas
y distantes, que cruja la madera
de sus heridas ramas, de sus raíces rotas
por el peso imponente de la tierra.
Que maduren las uvas con retraso,
que no quiero vendimia en este mes,
ni quiero el mosto amargo. Que no me traigan vino
que sangre se me vuelva en las entrañas,
que yo no quiero cata si no es él
mi compañero. Nunca sin su copa.
No quiero marzo: quiero en mi silencio,
en el silencio llaga de mi pecho
oír su voz serena, sentir en mis oídos su palabra,
su verso más humano.
El verso más humano.
DE LA NOCHE
A veces sólo quiero de la noche
que me muerda y me devore,
que se sacie de mi vientre y de mi pecho,
que se oscurezca con mi sombra y en su sombra
me cobije. Es tan larga algunas veces,
tan callada y tan siniestra,
que dudo en la penumbra de mis días
si es la noche, o es la muerte
que me llama.
Si supieras cómo ansío a veces
apagarme entre las luces de esos coches,
agazaparme entre la niebla y el olvido de la calle,
extinguirme
sin nombre, sin rostro, sin recuerdos,
tumbado en ese asfalto amenazante,
duro, mojado y frío,
y cubrir mi cuerpo con el barro y con la muerte...
que me muerda y me devore,
que se sacie de mi vientre y de mi pecho,
que se oscurezca con mi sombra y en su sombra
me cobije. Es tan larga algunas veces,
tan callada y tan siniestra,
que dudo en la penumbra de mis días
si es la noche, o es la muerte
que me llama.
Si supieras cómo ansío a veces
apagarme entre las luces de esos coches,
agazaparme entre la niebla y el olvido de la calle,
extinguirme
sin nombre, sin rostro, sin recuerdos,
tumbado en ese asfalto amenazante,
duro, mojado y frío,
y cubrir mi cuerpo con el barro y con la muerte...
LA CALLE
La calle presagiaba tu presencia
como presagia la tarde
la llegada de la noche en este invierno
seco y duro
de mis ojos. Ningún ruido,
ningún signo, solo quietud exasperante
y silencio,
silencio bronco en las esquinas,
silencio
que se afila en las manos
de un gato que maúlla entre dos coches,
a mi espalda.
Algo cruje tras de mí,
algo se agita,
me trepa y me atraviesa
mientras pienso, serenamente,
cuánto tiempo llevo aquí esperando
que tú llegues, y en el suelo
inerte me abandones.
La vida
es tan solo una calle fría
que hoy en mi pecho
se estremece.
como presagia la tarde
la llegada de la noche en este invierno
seco y duro
de mis ojos. Ningún ruido,
ningún signo, solo quietud exasperante
y silencio,
silencio bronco en las esquinas,
silencio
que se afila en las manos
de un gato que maúlla entre dos coches,
a mi espalda.
Algo cruje tras de mí,
algo se agita,
me trepa y me atraviesa
mientras pienso, serenamente,
cuánto tiempo llevo aquí esperando
que tú llegues, y en el suelo
inerte me abandones.
La vida
es tan solo una calle fría
que hoy en mi pecho
se estremece.
INFINITA
Ayer
se estremecía la lluvia entre tus manos
y tus hojas caían en la sombra del otoño
estéril, desolado, de tus ojos en la noche;
arrastrabas umbríos pensamientos
como cadenas de un fantasma ajeno, y el calvario
en que anotabas cada día negro las afrentas
de un poeta en tu amor imaginado: cada cruz,
un nuevo estigma que en tu frente pura se marcaba
como un poema escrito con ponzoña
sobre la piel sedienta de tu rostro.
Pero hoy
la luz se ha derramado entre tus dedos
y has abierto tus ojos de Juno, acicalados:
la lluvia es incapaz de atravesarte la mirada
y no hay sonata triste que consiga
enturbiar la alegría de tus labios y aplacar,
ni siquiera un instante,
la fuerza incontenible de tus versos;
terminó la tormenta, y esa angustia,
ese miedo a volar sobre el abismo
que ayer te consumían,
hoy solo son recuerdos, nubes grises, pasajeras,
que el viento se ha llevado. Vuelve a sonar sereno
el sonido tranquilo de la lluvia, y en la calle,
lentamente, se acallan, sin remedio, los gritos
de esta noche infinita.
jueves, 21 de febrero de 2008
QUÉDATE
miércoles, 20 de febrero de 2008
ORACIÓN POR EL POETA ALEJANDRO SALVADOR SAHOUD (+18/2/08)
He mirado mis manos
y no puedo encontrar una respuesta.
Dime dónde, por qué,
dime cuál es la causa, la razón,
dime cuándo, si quieres no matarme
con esta incertidumbre que me asola,
con esta espera que macera tanto;
quiero saber por qué muerdes la herida,
por qué te empeñas en cavar profundas
llagas, por qué disfrutas horadando
allí donde más duele,
en lo más hondo.
(Quisiera naufragar en sus entrañas,
perderme, zozobrar en su silencio,
sentirme sangre fresca, aire puro,
un hálito de vida
y saliva en su boca de poeta.
Quisiera que apartaras tu mano de su rostro,
con tus ojos de muerte evitaras mirarle
y renunciaras a llevarte aquello
que no te pertenece,
que no te pertenece,
que no te pertenece).
Dime dónde, por qué,
dime cuál es la causa, la razón,
dime cuándo, mi Dios, o dime cómo.
Qué podemos hacer para tenerle.
SEGUIRIYAS

SEGUIRIYAS
Un taburete,
una guitarra
flamenca
sobre la pierna.
Ojos cerrados
en el abismo
de un grito
a palo seco
que cala el alma.
Abates el rostro
mirándote dentro,
abres los dedos y elevas la mano
buscando el lamento,
buscando los ayes,
buscando la burla
del abandono, del escalofrío
que apaga la duda.
El vino en tu boca
se sacia de azúcar;
tu sangre en la lengua empalidece
y siente la culpa
y apaga el calor
de los sofocones,
y enturbia la clara pasión y el amor
en los corazones.
En pozos airones
tus ojos se pierden
desaquellados; destilan la hiel
de pasados sones
como una guadaña
que corta la noche,
como una espada que saja el silencio
y mata con saña.
domingo, 18 de noviembre de 2007
CREDO DE MARZO (HORACIO ALEJANDRO ARAGÓN)
Horacio Alejandro Aragón, que firmaba con el pseudónimo de Alejandro Salvador Sahoud, Zugzwang, fue un grandísimo prosista y magnífico poeta con quien tuve el privilegio de disfrutar de un intenso diálogo poético en marzo de 2007 a raíz de su poema "Credo de marzo", que reproduzco a continuación. Podéis encontrar el posteo completo en el siguiente link:
http://www.ultraversal.com/foro/viewtopic.php?t=10149&postdays=0&postorder=asc&highlight=credo&start=0
Alejandro falleció el pasado día 18 de Febrero de 2008, un día que será maldito en el corazón de todos los que, de una manera u otra, le queríamos. Escribió hasta que ya la pluma se le caía de las manos, cercano el momento de su muerte. Ayudó a todos los que le rodeaban en una de las cosas que más sentido dio a su vida: la escritura. En la aventura de la prosa y de la poesía fue un maestro y, por encima de todo, un compañero, un amigo.
Descanse en paz.
Quiero aprovechar para expresar aquí mi agradecimiento, por su generosidad humana y poética, a todos los integrantes de la gran familia que es Ultraversal, espacio gracias al cual me siento hoy un poco más poeta y mucho más humano, y especialmente a Morgana de Palacios, su alma máter:
http://www.ultraversal.com/
CREDO DE MARZO
Háblame desde tu vientre de amazona del alba.
Dame hijos de trueno y de la más amarga de las sales.
Muérete en mí, purpúrea como una estatua de metal oscuro.
Nácete nueva y fragante con el olor a mezcla de los sexos.
Calma el día en tu fecundidad austera como un árbol
donde desandan pájaros los pequeños triunfos de las hadas.
Ofréndate a mis dioses con tus leches acibaradas y ebrias.
Sé mi opuesto en la luz de tu piel última.
Tu intensidad amaderada y quemadora, vuelve ala.
Curva la eternidad sobre mi nombre escrito
en el caliente muro de tu nombre de esfinge.
Róbate para probarte los misterios de vestir tu cintura.
Descíñeme la calma del regreso y del agotamiento.
Padéceme en tus grutas de farallón de piedra alucinada
como a un mar tenazmente dolido e infinito.
http://www.ultraversal.com/foro/viewtopic.php?t=10149&postdays=0&postorder=asc&highlight=credo&start=0
Alejandro falleció el pasado día 18 de Febrero de 2008, un día que será maldito en el corazón de todos los que, de una manera u otra, le queríamos. Escribió hasta que ya la pluma se le caía de las manos, cercano el momento de su muerte. Ayudó a todos los que le rodeaban en una de las cosas que más sentido dio a su vida: la escritura. En la aventura de la prosa y de la poesía fue un maestro y, por encima de todo, un compañero, un amigo.
Descanse en paz.
Quiero aprovechar para expresar aquí mi agradecimiento, por su generosidad humana y poética, a todos los integrantes de la gran familia que es Ultraversal, espacio gracias al cual me siento hoy un poco más poeta y mucho más humano, y especialmente a Morgana de Palacios, su alma máter:
http://www.ultraversal.com/
CREDO DE MARZO
Háblame desde tu vientre de amazona del alba.
Dame hijos de trueno y de la más amarga de las sales.
Muérete en mí, purpúrea como una estatua de metal oscuro.
Nácete nueva y fragante con el olor a mezcla de los sexos.
Calma el día en tu fecundidad austera como un árbol
donde desandan pájaros los pequeños triunfos de las hadas.
Ofréndate a mis dioses con tus leches acibaradas y ebrias.
Sé mi opuesto en la luz de tu piel última.
Tu intensidad amaderada y quemadora, vuelve ala.
Curva la eternidad sobre mi nombre escrito
en el caliente muro de tu nombre de esfinge.
Róbate para probarte los misterios de vestir tu cintura.
Descíñeme la calma del regreso y del agotamiento.
Padéceme en tus grutas de farallón de piedra alucinada
como a un mar tenazmente dolido e infinito.
miércoles, 31 de octubre de 2007
RESPUESTA A UN CREDO DE MARZO - RENUÉVALA POR DENTRO
.
Renuévala por dentro, marzo erguido en la frente de los árboles,
dale savia fecunda que le guíe a la cima de su pecho,
a lo más inasible de sus brazos, remúdala a tu lado,
agítale las piernas y rompe con tus manos la atadura
del frío que le hiela los deseos y espesa con su soplo
el semen que fecunda el ovario escondido en su regazo,
cúbrelo todo, sacia con tu verde esa tierra que te espera,
anégala de vida, empápala de sangre que despierte
las raíces dormidas de su invierno, oblígale a arrancarse
la espina que le tiene atenazada, insúflale el recuerdo
de un vientre enamorado, del vaivén victorioso de la vida
triunfando silencioso en sus entrañas.
Enrique Ramos
Renuévala por dentro, marzo erguido en la frente de los árboles,
dale savia fecunda que le guíe a la cima de su pecho,
a lo más inasible de sus brazos, remúdala a tu lado,
agítale las piernas y rompe con tus manos la atadura
del frío que le hiela los deseos y espesa con su soplo
el semen que fecunda el ovario escondido en su regazo,
cúbrelo todo, sacia con tu verde esa tierra que te espera,
anégala de vida, empápala de sangre que despierte
las raíces dormidas de su invierno, oblígale a arrancarse
la espina que le tiene atenazada, insúflale el recuerdo
de un vientre enamorado, del vaivén victorioso de la vida
triunfando silencioso en sus entrañas.
Enrique Ramos
martes, 30 de octubre de 2007
MARZO 2
.
Una catarata blanca nubla de nieve el ojo de marzo
y en el cielo se opacan las ramas verdes de un olivo
que sueña luz y primavera; se tiñen de gris y muerte lenta
las hojas más tempranas de una acacia
y se arrebola en el silencio inerte de la tarde
un aire frío que estremece;
las manos canas de la noche arrugan besos y susurros,
ahogan los crujidos de los huesos y enmudecen
los latidos en las piernas vigorosas de un castaño
que no sabe si es de frío o primavera
la caricia que recibe de este invierno que se acaba.
Que no tema: tras el hielo vendrán sus muslos a quebrarse
en álgidos suspiros, y más tarde el tibio viento templará
sus ingles, y marzo arrancará un gemido
de su vientre alborotado.
Enrique Ramos
Una catarata blanca nubla de nieve el ojo de marzo
y en el cielo se opacan las ramas verdes de un olivo
que sueña luz y primavera; se tiñen de gris y muerte lenta
las hojas más tempranas de una acacia
y se arrebola en el silencio inerte de la tarde
un aire frío que estremece;
las manos canas de la noche arrugan besos y susurros,
ahogan los crujidos de los huesos y enmudecen
los latidos en las piernas vigorosas de un castaño
que no sabe si es de frío o primavera
la caricia que recibe de este invierno que se acaba.
Que no tema: tras el hielo vendrán sus muslos a quebrarse
en álgidos suspiros, y más tarde el tibio viento templará
sus ingles, y marzo arrancará un gemido
de su vientre alborotado.
Enrique Ramos
MARZO 3 - NO LA LLAMES
.
No la sigas llamando, que ella no te escucha:
está bebiendo en otra copa un vino diferente,
disfrutando de otros labios más sedosos que los tuyos,
embriagándose en olores que tú nunca le ofreciste,
embebida en otros jugos más ardientes, subyugada
por las manos de otro hombre que acaricia
de otro modo su cintura, que penetra
cuando mira su mirada, otro hombre que domina
uno a uno cada pliegue entre sus piernas, cada poro,
cada gota de sudor entre sus pechos,
cada gemido que brota en su garganta,
cada latido.
No la sigas llamando, que ella no te escucha.
Está dormida sobre el pecho de un sueño que le excita,
acurrucada sobre un vientre más profundo,
enamorada, amigo mío,
mal que te pese,
de un otoño que no es el tuyo,
sino otro que se rompe en primavera.
Enrique Ramos
No la sigas llamando, que ella no te escucha:
está bebiendo en otra copa un vino diferente,
disfrutando de otros labios más sedosos que los tuyos,
embriagándose en olores que tú nunca le ofreciste,
embebida en otros jugos más ardientes, subyugada
por las manos de otro hombre que acaricia
de otro modo su cintura, que penetra
cuando mira su mirada, otro hombre que domina
uno a uno cada pliegue entre sus piernas, cada poro,
cada gota de sudor entre sus pechos,
cada gemido que brota en su garganta,
cada latido.
No la sigas llamando, que ella no te escucha.
Está dormida sobre el pecho de un sueño que le excita,
acurrucada sobre un vientre más profundo,
enamorada, amigo mío,
mal que te pese,
de un otoño que no es el tuyo,
sino otro que se rompe en primavera.
Enrique Ramos
lunes, 29 de octubre de 2007
MARZO 4 - VIENTO DE MARZO
.
y tú me miras
con tus ojos de viento
me tientas con tus pechos excitados
y con una sonrisa me recorres
y me desnudas
y me acaricias
y me empujas amante hacia tus piernas húmedas
y me quiebras la piel
como una esquirla que rompiera el alba
en sus azules y en sus tenues rojos
estremeces el suelo que pisamos
y encharcas mi cintura y la germinas
con tu semen de verde y hojas tiernas
de fragancias que inundan los recodos
de los ríos y el bosque soñoliento
de venas que frenéticas
despieran de quebrantos y delirios
avivas ramas secas
revives las raíces olvidadas
rescatas del infierno nueva sangre
que mana a borbotones de las manos
y me das esa luz que necesito
para hundirme en el fondo de la nada
yo solo soy un viento de marzo que agoniza
y tú
tú
la primavera.
Enrique Ramos
y tú me miras
con tus ojos de viento
me tientas con tus pechos excitados
y con una sonrisa me recorres
y me desnudas
y me acaricias
y me empujas amante hacia tus piernas húmedas
y me quiebras la piel
como una esquirla que rompiera el alba
en sus azules y en sus tenues rojos
estremeces el suelo que pisamos
y encharcas mi cintura y la germinas
con tu semen de verde y hojas tiernas
de fragancias que inundan los recodos
de los ríos y el bosque soñoliento
de venas que frenéticas
despieran de quebrantos y delirios
avivas ramas secas
revives las raíces olvidadas
rescatas del infierno nueva sangre
que mana a borbotones de las manos
y me das esa luz que necesito
para hundirme en el fondo de la nada
yo solo soy un viento de marzo que agoniza
y tú
tú
la primavera.
Enrique Ramos
MARZO 5 - ELLA (LA VI)
.
Ella
es el musgo duro de la piedra en que tropiezo
el ronco gris de un trueno mojado por el río
el agua verde rota en la chorrera de sus ojos
ella es la brizna de hierba en mi bolsillo húmeda
la caricia amarga de un sol que no aparece
el frío de una mañana azul con los cuerpos confundidos
ella es la lluvia que atraviesa diáfana sus pechos
la calma del trigo que ondula su espalda con la brisa
el remanso hondo del vacío de su vientre
es la línea roja de la vida en la palma de su mano
es la sonrisa que busca dulcemente un rostro que la quiera
ella es la gota de saliva que inunda todo beso
ella
es el poro de su piel en el que habito
Enrique Ramos
Ella
es el musgo duro de la piedra en que tropiezo
el ronco gris de un trueno mojado por el río
el agua verde rota en la chorrera de sus ojos
ella es la brizna de hierba en mi bolsillo húmeda
la caricia amarga de un sol que no aparece
el frío de una mañana azul con los cuerpos confundidos
ella es la lluvia que atraviesa diáfana sus pechos
la calma del trigo que ondula su espalda con la brisa
el remanso hondo del vacío de su vientre
es la línea roja de la vida en la palma de su mano
es la sonrisa que busca dulcemente un rostro que la quiera
ella es la gota de saliva que inunda todo beso
ella
es el poro de su piel en el que habito
Enrique Ramos
MARZO 6 - QUE VENGA POR MÍ LA PRIMAVERA
.
¿Cómo no desnudarme,
si están creciendo versos en mi pecho
y en mi costado asoman imprudentes
palabras que me queman
sentimientos, anhelos y nostalgia?
Yo quiero desnudarme
y sentir la mirada de tus manos
surcándome la piel en rojo vivo,
rozándome la sangre emocionada,
erizando despacio mis costillas;
sentir imperturbable
que en mis ojos no cabe la distancia
que separa, maldita,
un labio de otro labio que lo besa.
Yo quiero desnudarme
y que me toque,
sí,
que me toque el alma de los huesos,
que me toque el cielo de la boca,
que me toque la línea de los labios
con sus dedos de amante
y que me apriete,
que me apriete muy fuerte con el borde
de sus ingles sedientas de mis piernas.
Yo quiero desnudarme,
y que venga por mí la primavera.
Enrique Ramos
¿Cómo no desnudarme,
si están creciendo versos en mi pecho
y en mi costado asoman imprudentes
palabras que me queman
sentimientos, anhelos y nostalgia?
Yo quiero desnudarme
y sentir la mirada de tus manos
surcándome la piel en rojo vivo,
rozándome la sangre emocionada,
erizando despacio mis costillas;
sentir imperturbable
que en mis ojos no cabe la distancia
que separa, maldita,
un labio de otro labio que lo besa.
Yo quiero desnudarme
y que me toque,
sí,
que me toque el alma de los huesos,
que me toque el cielo de la boca,
que me toque la línea de los labios
con sus dedos de amante
y que me apriete,
que me apriete muy fuerte con el borde
de sus ingles sedientas de mis piernas.
Yo quiero desnudarme,
y que venga por mí la primavera.
Enrique Ramos
MARZO 7 - TAN SOLO (EN LA CALLE LLUEVE TANTO)
.
hoy siento gris mi pecho en la tormenta
y en la calle está lloviendo casi tanto
me seda el viento suave
y ese murmullo de agua entre mis dedos
que remansa los gritos de un naufragio entre poemas
y me sugiere
que muy probablemente sigo vivo
al borde de la piel
porque me estoy muriendo un poco más adentro
junto a mi pecho gris
junto a mi risa bronca
junto a mis ojos enlutados
en vago por la ausencia
de luz donde mirar
y en mi garganta hirsuta
que atascada de versos
solo traga angustiada la saliva
y mucho
muchos nudos
y nada más
tan sólo ese silencio
tan solo ese silencio
ese silencio sombra
ese silencio hielo
de muerte que me abisma
en este frío que me lleva
Enrique Ramos
MARZO 8 - BOSQUES DE PIEDRA (ÉL)
.
Él es como la sombra de musgo en los guijarros,
como el liquen prendido de las rocas
que matiza con gris y verde su mirada;
son sus ojos reflejos
de tierras pardas, ávidas orillas
que buscan en sus manos un río que las surque,
el agua arrebatada que sin freno
discurra rota
arrastrando los versos y las piedras,
y cubra sus recuerdos con el limo
del borde de sus labios desgajado.
Él es como las ramas robustas de un almendro
de mármol, que se quiebran con el ruido
de la brisa, una roca de granito
que se agrieta temblando con un soplo,
que cruje con el viento más somero,
que se allana si roza con la frente
la mejilla innombrable
de una flor perdida en la espesura
de ese bosque de piedras que retoñan...
Enrique Ramos
Él es como la sombra de musgo en los guijarros,
como el liquen prendido de las rocas
que matiza con gris y verde su mirada;
son sus ojos reflejos
de tierras pardas, ávidas orillas
que buscan en sus manos un río que las surque,
el agua arrebatada que sin freno
discurra rota
arrastrando los versos y las piedras,
y cubra sus recuerdos con el limo
del borde de sus labios desgajado.
Él es como las ramas robustas de un almendro
de mármol, que se quiebran con el ruido
de la brisa, una roca de granito
que se agrieta temblando con un soplo,
que cruje con el viento más somero,
que se allana si roza con la frente
la mejilla innombrable
de una flor perdida en la espesura
de ese bosque de piedras que retoñan...
Enrique Ramos
MARZO 9 - UVA DE MARZO
.
Uva de marzo, allá, tan lejos,
quién la viere en estas tierras.
Ella clava allí su diente en la pulpa otoñal de tus ojos
y bebe el mosto que cae por tu garganta,
y te emborracha con el roce de sus labios.
Ella lame allí tu piel de dulce caldo y traga
tu sabor a bocanadas, y tu olor
de manso fruto le provoca,
le excita los sentidos y se revuelca
en la tierra, entre las cepas.
Ella huele allí a sarmiento roto,
a escobajo cargado de uva fresca y a taninos,
huele a bermellón recién parido, a sangre de los campos
que chorrea por el cuello,
a otoño rojo en la boca de los hombres,
huele a vidrio mojado, a cata temprana
y a sonrisa jugosa entre los pechos de tu viña,
huele a sudor de primavera, huele a vino,
allá, en tu tierra,
tan lejos.
Enrique Ramos
Uva de marzo, allá, tan lejos,
quién la viere en estas tierras.
Ella clava allí su diente en la pulpa otoñal de tus ojos
y bebe el mosto que cae por tu garganta,
y te emborracha con el roce de sus labios.
Ella lame allí tu piel de dulce caldo y traga
tu sabor a bocanadas, y tu olor
de manso fruto le provoca,
le excita los sentidos y se revuelca
en la tierra, entre las cepas.
Ella huele allí a sarmiento roto,
a escobajo cargado de uva fresca y a taninos,
huele a bermellón recién parido, a sangre de los campos
que chorrea por el cuello,
a otoño rojo en la boca de los hombres,
huele a vidrio mojado, a cata temprana
y a sonrisa jugosa entre los pechos de tu viña,
huele a sudor de primavera, huele a vino,
allá, en tu tierra,
tan lejos.
Enrique Ramos
MARZO 10 - QUERENCIA
.
Ella sigue, sin pensarlo, mi camino, me sujeta
por los pies y ata mis manos a su frente,
ciñe mi costado a su costado y con dulzura
envuelve mis piernas con sus piernas;
ella ama todo cuanto miro: sigue mi mirada
allá donde la llevo, tuerce el rostro, inclina
el hombro o dobla la rodilla para seguir mirando
desde el centro mismo de mis ojos; ella esculpe
con su lengua mi contorno y modela lentamente
la curva sinuosa del deseo, que le sube por los muslos
y le orienta las caderas hacia el axis tembloroso
de mi pecho, ella dibuja con sus dientes la ruta
de mi espalda hacia el abismo, la senda hacia el espejo
en que refleja la noche su querencia por lo oscuro,
la imagen deformada de un bosque diminuto que separa
un cuerpo, el mío, de su cuerpo.
Ella es esa tierra más allá del mar
con la que sueño cuando la imagino en estas tardes lentas
en que llega allí el otoño y viene aquí la primavera.
Enrique Ramos
Ella sigue, sin pensarlo, mi camino, me sujeta
por los pies y ata mis manos a su frente,
ciñe mi costado a su costado y con dulzura
envuelve mis piernas con sus piernas;
ella ama todo cuanto miro: sigue mi mirada
allá donde la llevo, tuerce el rostro, inclina
el hombro o dobla la rodilla para seguir mirando
desde el centro mismo de mis ojos; ella esculpe
con su lengua mi contorno y modela lentamente
la curva sinuosa del deseo, que le sube por los muslos
y le orienta las caderas hacia el axis tembloroso
de mi pecho, ella dibuja con sus dientes la ruta
de mi espalda hacia el abismo, la senda hacia el espejo
en que refleja la noche su querencia por lo oscuro,
la imagen deformada de un bosque diminuto que separa
un cuerpo, el mío, de su cuerpo.
Ella es esa tierra más allá del mar
con la que sueño cuando la imagino en estas tardes lentas
en que llega allí el otoño y viene aquí la primavera.
Enrique Ramos
jueves, 25 de octubre de 2007
MARZO 11 - ESTÁ LLOVIENDO
.
Está lloviendo en el marzo seco de tus ojos.
Está lloviendo y hace frío, de repente.
Se somete ante la terquedad del viento la hoja seca
y cae al suelo, tras un trémulo vaivén; se comba la rama
antes enhiesta y cruje al doblegarse, vencida
por el peso insoportable del otoño.
He rozado tu frente
con mis labios, y un aire álgido ha cubierto tu semblante y tu mirada
de miedo y de tristeza,
de muerte y de vacío.
Tu boca es hoy cobijo donde duermen
mis sueños más secretos,
refugio de mi lengua, hogar donde se agita
una hoguera embravecida
cuando arden mis deseos. Se acorcha el suelo bajo el árbol
y se cubre con humus que algún día
habrá de regalarle el alimento; se preña de micelios y de setas,
se abigarra la vida que lo nutre y se entumece
la sangre que lo riega. Se agrisa el cielo y se nubla tu sonrisa
porque está lloviendo en el marzo seco de tus ojos,
en ese marzo de otoño que en mi tierra,
más acá del mar que nos separa,
se está rompiendo en primavera.
Enrique Ramos
Está lloviendo en el marzo seco de tus ojos.
Está lloviendo y hace frío, de repente.
Se somete ante la terquedad del viento la hoja seca
y cae al suelo, tras un trémulo vaivén; se comba la rama
antes enhiesta y cruje al doblegarse, vencida
por el peso insoportable del otoño.
He rozado tu frente
con mis labios, y un aire álgido ha cubierto tu semblante y tu mirada
de miedo y de tristeza,
de muerte y de vacío.
Tu boca es hoy cobijo donde duermen
mis sueños más secretos,
refugio de mi lengua, hogar donde se agita
una hoguera embravecida
cuando arden mis deseos. Se acorcha el suelo bajo el árbol
y se cubre con humus que algún día
habrá de regalarle el alimento; se preña de micelios y de setas,
se abigarra la vida que lo nutre y se entumece
la sangre que lo riega. Se agrisa el cielo y se nubla tu sonrisa
porque está lloviendo en el marzo seco de tus ojos,
en ese marzo de otoño que en mi tierra,
más acá del mar que nos separa,
se está rompiendo en primavera.
Enrique Ramos
MARZO 12 - LLORANDO SE NOS MUERE
.
hoy la Parca no ha venido
y dile que no venga
que me encuentra con el hacha levantada
y le juro por mi Dios y por el suyo
que si viene
va a sentir mi filo por el cuello
cuando salga a degollarle
dile
a la Parca que no venga
que tengo preparado un ataúd grande
para su cuerpo y el mío
que se vaya
que voy a hacer que sangre aunque sangre no le quede
que llore aunque lágrimas no tenga
que suplique por la vida
aunque traiga la muerte en las entrañas
y dile a ese otoño que te llega
que se lleve con el viento el sinsabor que te provoca
la inmensa estupidez de quienes saltan como títeres del amo
a defender lo indefendible
la idiotez de algunas bocas que no callan
en este marzo que agoniza
en este marzo de otoño o primavera
que llorando se nos muere
Enrique Ramos
hoy la Parca no ha venido
y dile que no venga
que me encuentra con el hacha levantada
y le juro por mi Dios y por el suyo
que si viene
va a sentir mi filo por el cuello
cuando salga a degollarle
dile
a la Parca que no venga
que tengo preparado un ataúd grande
para su cuerpo y el mío
que se vaya
que voy a hacer que sangre aunque sangre no le quede
que llore aunque lágrimas no tenga
que suplique por la vida
aunque traiga la muerte en las entrañas
y dile a ese otoño que te llega
que se lleve con el viento el sinsabor que te provoca
la inmensa estupidez de quienes saltan como títeres del amo
a defender lo indefendible
la idiotez de algunas bocas que no callan
en este marzo que agoniza
en este marzo de otoño o primavera
que llorando se nos muere
Enrique Ramos
MARZO 13 - ABRO LOS OJOS
.
abro los ojos
y en la retina se me escarcha
tu reflejo
te miro como si la luz
como si el aire
como si tus manos
como si nunca
te miro
con el pecho sembrado de hojas rotas
y los dedos comidos por los peces
con el vientre dulcemente amortajado
y la espalda quebrada
por los dientes de un cuchillo
te miro
con la mirada triste de los sauces
y la palabra amarga del almendro
y en mis labios
la muerte
como si lo oscuro
como si el barro
como si la sangre
como si siempre
Enrique Ramos
abro los ojos
y en la retina se me escarcha
tu reflejo
te miro como si la luz
como si el aire
como si tus manos
como si nunca
te miro
con el pecho sembrado de hojas rotas
y los dedos comidos por los peces
con el vientre dulcemente amortajado
y la espalda quebrada
por los dientes de un cuchillo
te miro
con la mirada triste de los sauces
y la palabra amarga del almendro
y en mis labios
la muerte
como si lo oscuro
como si el barro
como si la sangre
como si siempre
Enrique Ramos
MARZO 14 - A VECES LA NOCHE
.
A veces
la noche se me mete dentro y me oscurece,
me inunda de sangre negra y barro denso,
me reseca la carne y resquebraja,
y me retuerce hasta romperme.
A veces
me roba la noche las palabras y condena
la puerta de los nombres,
me amordaza llenándome la boca de silencios
y cercena mis manos con el borde afilado del olvido.
A veces
la noche se lleva mi luz y mi mirada;
me deja sentado sobre el suelo,
acurrucado entre mis brazos y aterido;
a veces la noche no recuerda que hay un niño
escondido en un rincón de cada hombre
y que ese niño a veces siente miedo,
mucho miedo.
Enrique Ramos
A veces
la noche se me mete dentro y me oscurece,
me inunda de sangre negra y barro denso,
me reseca la carne y resquebraja,
y me retuerce hasta romperme.
A veces
me roba la noche las palabras y condena
la puerta de los nombres,
me amordaza llenándome la boca de silencios
y cercena mis manos con el borde afilado del olvido.
A veces
la noche se lleva mi luz y mi mirada;
me deja sentado sobre el suelo,
acurrucado entre mis brazos y aterido;
a veces la noche no recuerda que hay un niño
escondido en un rincón de cada hombre
y que ese niño a veces siente miedo,
mucho miedo.
Enrique Ramos
miércoles, 24 de octubre de 2007
MARZO 15
.
Puedes venir a buscarme cuando quieras,
que tengo listas las mortajas:
camisa blanca, chaleco negro, limpias
las palmas de las manos. Sólo el sudor,
por el mango de la azada, y alguna gota
de sangre en las yemas de los dedos
por las espinas,
por las astillas,
por los pinchos de las alambradas
de tus campos rojos. Como el vino
del odre me derramas por tus labios de marzo,
y te recorro, y quiero dulcemente suicidarme,
quiero ahogarme en tu vientre oscuro
y sentir entre mis piernas
el tacto sedoso de la muerte,
si te tengo.
La noche nos reclama:
ven a clavarme ya tus finos dientes,
prepara unas monedas y los remos
y partamos,
que Caronte, en otoño, en esta orilla
del mundo desespera.
Enrique Ramos
Puedes venir a buscarme cuando quieras,
que tengo listas las mortajas:
camisa blanca, chaleco negro, limpias
las palmas de las manos. Sólo el sudor,
por el mango de la azada, y alguna gota
de sangre en las yemas de los dedos
por las espinas,
por las astillas,
por los pinchos de las alambradas
de tus campos rojos. Como el vino
del odre me derramas por tus labios de marzo,
y te recorro, y quiero dulcemente suicidarme,
quiero ahogarme en tu vientre oscuro
y sentir entre mis piernas
el tacto sedoso de la muerte,
si te tengo.
La noche nos reclama:
ven a clavarme ya tus finos dientes,
prepara unas monedas y los remos
y partamos,
que Caronte, en otoño, en esta orilla
del mundo desespera.
Enrique Ramos
MARZO 16 - ESE CIELO
.
Están cargados los árboles de hojas
y la tierra respira
agua fresca y musgo verde.
Más allá del horizonte,
donde los ojos entornados ya no llegan,
una montaña enorme y un azul gigante
nos separan, y una noche profunda y oscura,
silenciosa y opaca,
lo abarca todo,
lo cubre todo,
lo turba todo, omnipotente.
La grama aquí sigue creciendo
y la genista esparce su amarillo por lomas
y praderas,
y verdean los trigales
acariciados por el viento en la solana,
y grajea un cuervo, despreocupado, a lo lejos.
Más allá del horizonte y la montaña,
más allá de ese mar inabarcable,
el otoño está tiñendo de ocre y rojo
cada palmo de tu tierra,
cada gota de tu río,
cada arruga en tu semblante,
y está aventando sentimientos
aquí y allá,
con tanta fuerza.
Es de noche, noche apagada,
y estoy pensando
que aunque nunca veremos juntas las estrellas
de tu tierra y de mi orilla,
siempre veremos cerca,
tan cerca,
ese cielo de otoño y primavera
que cubre nuestra frente.
Enrique Ramos
Están cargados los árboles de hojas
y la tierra respira
agua fresca y musgo verde.
Más allá del horizonte,
donde los ojos entornados ya no llegan,
una montaña enorme y un azul gigante
nos separan, y una noche profunda y oscura,
silenciosa y opaca,
lo abarca todo,
lo cubre todo,
lo turba todo, omnipotente.
La grama aquí sigue creciendo
y la genista esparce su amarillo por lomas
y praderas,
y verdean los trigales
acariciados por el viento en la solana,
y grajea un cuervo, despreocupado, a lo lejos.
Más allá del horizonte y la montaña,
más allá de ese mar inabarcable,
el otoño está tiñendo de ocre y rojo
cada palmo de tu tierra,
cada gota de tu río,
cada arruga en tu semblante,
y está aventando sentimientos
aquí y allá,
con tanta fuerza.
Es de noche, noche apagada,
y estoy pensando
que aunque nunca veremos juntas las estrellas
de tu tierra y de mi orilla,
siempre veremos cerca,
tan cerca,
ese cielo de otoño y primavera
que cubre nuestra frente.
Enrique Ramos
MARZO 17 - COMO NUNCA
.
La luz se funde en la tibieza del ocaso,
y un intenso azul postrero se hunde en la penumbra;
las hojas de los árboles repliegan, lentamente,
se esconde el agua de la lluvia
en los huecos sinuosos de las piedras, y en la tierra
germina un pensamiento, quizá sin dueño.
Pero más allá de las palabras,
de la luz y del ocaso,
más allá del agua y la penumbra,
más allá de la tierra la carne se revuelve,
y el alma de un hombre desespera;
el pecho se le rompe en dos mitades
y la voz se le entrecorta,
y se le achica la garganta cuando grita,
mirando al cielo con los brazos levantados,
que la quiere como nunca hubo querido...
y me lo dice en secreto,
y en silencio.
Enrique Ramos
La luz se funde en la tibieza del ocaso,
y un intenso azul postrero se hunde en la penumbra;
las hojas de los árboles repliegan, lentamente,
se esconde el agua de la lluvia
en los huecos sinuosos de las piedras, y en la tierra
germina un pensamiento, quizá sin dueño.
Pero más allá de las palabras,
de la luz y del ocaso,
más allá del agua y la penumbra,
más allá de la tierra la carne se revuelve,
y el alma de un hombre desespera;
el pecho se le rompe en dos mitades
y la voz se le entrecorta,
y se le achica la garganta cuando grita,
mirando al cielo con los brazos levantados,
que la quiere como nunca hubo querido...
y me lo dice en secreto,
y en silencio.
Enrique Ramos
martes, 23 de octubre de 2007
MARZO 18 - HE VISTO EL CIELO HOY
.
He visto el cielo hoy,
y aquí las nubes no son blancas,
son azules, y es blanco el cielo en el que vuelan.
Aquí la tierra se ha puesto boca abajo
y los pájaros surcan las rompientes
dibujando estelas de verde espuma,
y salpican las raíces de los sauces
de ocre primavera. Aquí las casas echan humo
a través de los cimientos y las tejas
se derraman y discurren lentamente
hacia el arroyo, como hojas
desprendidas de un otoño inverosímil.
He visto el cielo hoy
plagado de alas de madera y piedras grises,
de pálpitos de duelo y de lamentos,
de párpados cerrados y ojos tristes como esquelas.
He visto el cielo roto
como un pecho dolorido
y no puedo consolarme.
He visto el cielo hoy,
amenaza lluvia
y tengo miedo.
Enrique Ramos
He visto el cielo hoy,
y aquí las nubes no son blancas,
son azules, y es blanco el cielo en el que vuelan.
Aquí la tierra se ha puesto boca abajo
y los pájaros surcan las rompientes
dibujando estelas de verde espuma,
y salpican las raíces de los sauces
de ocre primavera. Aquí las casas echan humo
a través de los cimientos y las tejas
se derraman y discurren lentamente
hacia el arroyo, como hojas
desprendidas de un otoño inverosímil.
He visto el cielo hoy
plagado de alas de madera y piedras grises,
de pálpitos de duelo y de lamentos,
de párpados cerrados y ojos tristes como esquelas.
He visto el cielo roto
como un pecho dolorido
y no puedo consolarme.
He visto el cielo hoy,
amenaza lluvia
y tengo miedo.
Enrique Ramos
MARZO 19 - OTOÑO DE MARZO
.
Otoño de marzo, savia viva que se muere
en verdes y ocres bocanadas,
viento que asola
la mejilla del árbol y que abate
el fruto maduro que marchita,
viento de otoño que cruje
cuando quiebra las ramas más vetustas
del bosque de los sueños,
olor a tierra roja y musgo renacido,
a vereda húmeda cuajada de micelio y hierbabuena,
a prado verdecido que agoniza con el soplo
de un aire diferente, con el roce sutil
de una brisa que peina las ramas de los sauces
y estremece a las muchachas.
Otoño de marzo que se muere,
fuego oblicuo de una llama
que se extingue lentamente,
hálito leve que en un sueño se disipa,
hilo de vida que Átropo cortara con dulzura.
Otoño de marzo, que te mueres.
Tenue ocaso.
Óbito amargo.
Enrique Ramos
Otoño de marzo, savia viva que se muere
en verdes y ocres bocanadas,
viento que asola
la mejilla del árbol y que abate
el fruto maduro que marchita,
viento de otoño que cruje
cuando quiebra las ramas más vetustas
del bosque de los sueños,
olor a tierra roja y musgo renacido,
a vereda húmeda cuajada de micelio y hierbabuena,
a prado verdecido que agoniza con el soplo
de un aire diferente, con el roce sutil
de una brisa que peina las ramas de los sauces
y estremece a las muchachas.
Otoño de marzo que se muere,
fuego oblicuo de una llama
que se extingue lentamente,
hálito leve que en un sueño se disipa,
hilo de vida que Átropo cortara con dulzura.
Otoño de marzo, que te mueres.
Tenue ocaso.
Óbito amargo.
Enrique Ramos
MARZO 20 - QUÉDATE
.
Quédate, le dije
susurrándole al oído
brisa de hojas frescas y aroma
de anises estrellados.
Quédate, le dije
acariciándola
con música de viento y húmedas palabras;
quédate, mientras miraba
sus ojos tristes como otoños,
sus labios entreabiertos a punto de un gemido,
su boca,
inclinada para un beso.
Quédate, le dije
mostrándole las palmas de mis manos, abiertas
como un cielo en primavera,
quédate, mientras sentía
temblar sus ingles y sus brazos
rodeándome la nuca,
su pelo negro rozándome la frente.
Quédate, le dije,
y sentí un hachazo en el centro mismo de mi pecho,
una estocada seca y fría,
cuando supe, de repente, que ella era
solo un sueño
en un poema.
Enrique Ramos
Quédate, le dije
susurrándole al oído
brisa de hojas frescas y aroma
de anises estrellados.
Quédate, le dije
acariciándola
con música de viento y húmedas palabras;
quédate, mientras miraba
sus ojos tristes como otoños,
sus labios entreabiertos a punto de un gemido,
su boca,
inclinada para un beso.
Quédate, le dije
mostrándole las palmas de mis manos, abiertas
como un cielo en primavera,
quédate, mientras sentía
temblar sus ingles y sus brazos
rodeándome la nuca,
su pelo negro rozándome la frente.
Quédate, le dije,
y sentí un hachazo en el centro mismo de mi pecho,
una estocada seca y fría,
cuando supe, de repente, que ella era
solo un sueño
en un poema.
Enrique Ramos
MARZO 21 - DÓNDE VAS
Dónde vas, dónde guardas el secreto
de tus ojos, que hienden cuando miran
y coagulan la sangre de los hombres,
dónde vas,
le dije yo, rozando su pelo negro y dulce,
sus labios sumergidos en mi carne.
En qué lugar escondes la llave de la alcoba
donde duermen tus sueños,
donde se agota el tiempo que marca la llegada
de otros vientos, de otros marzos callados
en el pecho partido de los hombres.
Dime dónde te vas cuando tan lejos,
cuando tan hondo y tan rotunda llegas,
dime dónde me habitas cuando callas,
dime dónde cobijas tu mirada indescifrable,
en qué lago sumerges
el agua verde y limpia de tus ojos
cuando entregada e inerme te abandonas.
Enrique Ramos
de tus ojos, que hienden cuando miran
y coagulan la sangre de los hombres,
dónde vas,
le dije yo, rozando su pelo negro y dulce,
sus labios sumergidos en mi carne.
En qué lugar escondes la llave de la alcoba
donde duermen tus sueños,
donde se agota el tiempo que marca la llegada
de otros vientos, de otros marzos callados
en el pecho partido de los hombres.
Dime dónde te vas cuando tan lejos,
cuando tan hondo y tan rotunda llegas,
dime dónde me habitas cuando callas,
dime dónde cobijas tu mirada indescifrable,
en qué lago sumerges
el agua verde y limpia de tus ojos
cuando entregada e inerme te abandonas.
Enrique Ramos
MARZO 22
.
Escucha...
¿lo oyes?
Es el viento del Este, es su murmullo frío.
Se acerca, flotando sobre el mar,
entumecido después de tanto otoño,
con ganas de acampar tras la cosecha.
Te pide al oído que le dejes abrigarse
entre tu blusa y el cauce soñado de tus pechos,
que permitas que se instale en cada poro
de tu piel, en los deseos de los hombres
que te miran, y en los pliegues de sus manos,
para que le roces con tu vientre
cuando ellas se acerquen a abrazarte.
Es el viento del Este, que ya viene,
huyendo de otras tierras. Es su murmullo tenso,
su silbido ronroneante, la voz entrecortada
que crepita en los sarmientos de las vides
y se extingue, lentamente, en contacto con el suelo;
es el polvo desterrado, el grano de trigo que se eleva
en la corriente y cae al mar,
tan lejos que nadie sabe
adónde va ni de dónde viene.
Se te acerca muy despacio,
te acaricia los muslos, suavemente,
y te hace temblar si lo presientes rodeándote los hombros,
tiritar cuando te sube
recorriéndote la espalda
y mordiéndote en el cuello.
Escucha...
¿lo oyes?
Es el viento del Este, es su murmullo.
Es el invierno, que ya viene.
Enrique Ramos
Escucha...
¿lo oyes?
Es el viento del Este, es su murmullo frío.
Se acerca, flotando sobre el mar,
entumecido después de tanto otoño,
con ganas de acampar tras la cosecha.
Te pide al oído que le dejes abrigarse
entre tu blusa y el cauce soñado de tus pechos,
que permitas que se instale en cada poro
de tu piel, en los deseos de los hombres
que te miran, y en los pliegues de sus manos,
para que le roces con tu vientre
cuando ellas se acerquen a abrazarte.
Es el viento del Este, que ya viene,
huyendo de otras tierras. Es su murmullo tenso,
su silbido ronroneante, la voz entrecortada
que crepita en los sarmientos de las vides
y se extingue, lentamente, en contacto con el suelo;
es el polvo desterrado, el grano de trigo que se eleva
en la corriente y cae al mar,
tan lejos que nadie sabe
adónde va ni de dónde viene.
Se te acerca muy despacio,
te acaricia los muslos, suavemente,
y te hace temblar si lo presientes rodeándote los hombros,
tiritar cuando te sube
recorriéndote la espalda
y mordiéndote en el cuello.
Escucha...
¿lo oyes?
Es el viento del Este, es su murmullo.
Es el invierno, que ya viene.
Enrique Ramos
EPÍLOGO DE MARZO
MUSICA: BEETHOVEN, SONATA PARA PIANO Nº14 "CLARO DE LUNA", MOV 1, ADAGIO
"Pocas veces he sido tan hombre y tan humano
como cuando he llorado como un niño
sintiendo la alegría y la tristeza de tus versos"
Para Alejandro Salvador Sahoud, Poeta,
con mi aprecio y admiración.
Enrique Ramos
Marzo de 2007
"Pocas veces he sido tan hombre y tan humano
como cuando he llorado como un niño
sintiendo la alegría y la tristeza de tus versos"
Para Alejandro Salvador Sahoud, Poeta,
con mi aprecio y admiración.
En el invierno tocan a galerna
las campanas colgadas en el cielo:
negro luto de otoños viscerales
y verde primavera contristada;
suenan ecos de verdes desgarrados
y latidos de labios que laceran
con sus besos los labios que los rozan.
Tocan a muerto en el osario frío
de sus ojos de sierpe, traicioneros,
tocan a muerto en el calvario dulce
de su boca, y entierran soledades
en las palmas abiertas de tus manos,
en la sonrisa franca de tu rostro
y en el hueco profundo de tu lecho.
Te está llamando a gritos sin hablarte,
entre la niebla espesa te reclama:
la muerte está mirándote a los ojos,
y sonríes sintiendo su presencia,
como si ya la hubieras visto antes
arrancando las vísceras al tiempo
o degollando sombras a destajo;
como si ya supieras tu destino
en el infierno largo que te espera,
como si conocieras el instante
exacto de tu muerte, y no te importa
seguir amando en la existencia breve
que te queda, sentir en cada verso
la presencia insolente de la parca,
que se lleva de forma inevitable
este credo de marzo que se muere
con la llegada triste del invierno,
este credo de marzo que agoniza
regurgitando flores y hojas secas,
quemándose en el fuego del verano,
y llora sin consuelo cortándose las alas
con las yemas quebradas de los dedos.
Que la muerte te lleve, primavera,
que te lleve la muerte, y al invierno
le regale la sangre que te robe,
y al otoño, allá por otras tierras,
credos de marzo hondos, de mi pecho.
Enrique Ramos
Marzo de 2007
sábado, 20 de octubre de 2007
ARRÁNCAME EL CORAZÓN
le dije
arráncame el corazón si quieres
y separé los brazos dejando
al descubierto mi pecho
dolorido
y ella deslizó la palma de sus manos
desde mi frente hasta mi cuello
alargando la caricia
y clavó sus uñas a la altura de un latido
mientras me besaba dulcemente
y me arrancó el corazón
sin hacerme daño apenas
con ternura
y lo guardó en el bolso con cuidado
luego sólo pude ver
cómo ella se marchaba
lentamente
con el bolso colgado del hombro
y apretando fuerte mi vida
con el codo
Enrique Ramos
.
arráncame el corazón si quieres
y separé los brazos dejando
al descubierto mi pecho
dolorido
y ella deslizó la palma de sus manos
desde mi frente hasta mi cuello
alargando la caricia
y clavó sus uñas a la altura de un latido
mientras me besaba dulcemente
y me arrancó el corazón
sin hacerme daño apenas
con ternura
y lo guardó en el bolso con cuidado
luego sólo pude ver
cómo ella se marchaba
lentamente
con el bolso colgado del hombro
y apretando fuerte mi vida
con el codo
Enrique Ramos
.
MÁS ALLÁ DE TU CENTRO
Más allá de tu centro sentiré que no hay nada:
ni en lo alto de un grito, ni en lo grave y profundo
de ese mar saturado de deseo en que hundo
mi ansiedad por amarte, por fijar mi mirada
más allá de tu centro, más allá del sabor
de tu piel encendida que se excita conmigo
cuando rozo tus piernas y acaricio tu ombligo,
que tirita en mis labios y que sabe a sudor;
más allá de tu centro sentirás la firmeza
de mis manos de acero rodeándote esquiva
y suplicarás muerta el amor mientras viva
mi sonrisa en tus ojos y en mi voz la tibieza,
susurrando un te quiero mientras beso tu oído.
Más allá de ti misma no hallarás el consuelo
de un amor que te sacie: morirás como el hielo
que se funde en la hoguera exhalando un gemido.
Enrique Ramos
.
ni en lo alto de un grito, ni en lo grave y profundo
de ese mar saturado de deseo en que hundo
mi ansiedad por amarte, por fijar mi mirada
más allá de tu centro, más allá del sabor
de tu piel encendida que se excita conmigo
cuando rozo tus piernas y acaricio tu ombligo,
que tirita en mis labios y que sabe a sudor;
más allá de tu centro sentirás la firmeza
de mis manos de acero rodeándote esquiva
y suplicarás muerta el amor mientras viva
mi sonrisa en tus ojos y en mi voz la tibieza,
susurrando un te quiero mientras beso tu oído.
Más allá de ti misma no hallarás el consuelo
de un amor que te sacie: morirás como el hielo
que se funde en la hoguera exhalando un gemido.
Enrique Ramos
.
POR QUEMARME
Por quemarme en tus labios, alma mía,
he perdido, imprudente, la cordura
y he vivido en tus brazos la aventura
de ser ave volando en la bahía
de tus pechos, de hallar en la cintura
la rienda que me lleva hasta tu hoguera,
el ardor que me abrasa y me acelera,
el amor que me arrastra a la locura.
Por quemarme en tus labios, cielo mío,
he perdido mis ojos y mis manos,
mi lengua y mi mirada, y el vacío
de mi boca se llena de gusanos
que horadan en la herida, y siento frío,
alma mía, sabiéndolos humanos.
Enrique Ramos.
.
he perdido, imprudente, la cordura
y he vivido en tus brazos la aventura
de ser ave volando en la bahía
de tus pechos, de hallar en la cintura
la rienda que me lleva hasta tu hoguera,
el ardor que me abrasa y me acelera,
el amor que me arrastra a la locura.
Por quemarme en tus labios, cielo mío,
he perdido mis ojos y mis manos,
mi lengua y mi mirada, y el vacío
de mi boca se llena de gusanos
que horadan en la herida, y siento frío,
alma mía, sabiéndolos humanos.
Enrique Ramos.
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viernes, 19 de octubre de 2007
ME QUEMARÉ
"Mas no podré evitar, en este juego,
que te quemes los ojos con el fuego
de poemas que suban por la espalda".
MORGANA DE PALACIOS
Me quemaré los ojos con el fuego de tus versos
y sus brasas serán el alimento de mis manos:
tragaré dulcemente las cenizas y el veneno,
y en sus cuencas vacías construiré mi columbario.
Murieron ya los días que en mi frente se marcaron
como enseñas los ictus tenebrosos de tu verbo,
y en mi garganta ásperas se hundieron como clavos
las palabras espina arrancadas de tus dedos.
Ahora son mis ojos más oscuros y en su goce
no distinguen peligros en las sombras, confundidos
por las suaves caricias de tu lengua serpentina;
si lo sueñan, se abrasan en la hoguera de tus rimas,
y esclavos penitentes de tus pausas y tus ritmos,
sensuales como labios se derriten en la noche.
Enrique Ramos
.
que te quemes los ojos con el fuego
de poemas que suban por la espalda".
MORGANA DE PALACIOS
Me quemaré los ojos con el fuego de tus versos
y sus brasas serán el alimento de mis manos:
tragaré dulcemente las cenizas y el veneno,
y en sus cuencas vacías construiré mi columbario.
Murieron ya los días que en mi frente se marcaron
como enseñas los ictus tenebrosos de tu verbo,
y en mi garganta ásperas se hundieron como clavos
las palabras espina arrancadas de tus dedos.
Ahora son mis ojos más oscuros y en su goce
no distinguen peligros en las sombras, confundidos
por las suaves caricias de tu lengua serpentina;
si lo sueñan, se abrasan en la hoguera de tus rimas,
y esclavos penitentes de tus pausas y tus ritmos,
sensuales como labios se derriten en la noche.
Enrique Ramos
.
SI NO TENGO
Si no tengo mis ojos quiero verte
con los tuyos y ver, en la espesura
de la mirada fría de esa muerte
que traes entre tus manos, la ternura;
si no tengo tus ojos ni la suerte
de ver la luz naciendo en la negrura
de tu pecho, y crecer, fiable y fuerte,
una quimera en tu frente oscura,
si no tengo tus ojos ni los míos
quiero hundirme en la tumba en la que vierto
la sangre que vomito cada día
y enjugarme allí solo los vacíos
besos que se me pudren como un muerto
sobre los labios, dulces todavía.
Enrique Ramos
.
con los tuyos y ver, en la espesura
de la mirada fría de esa muerte
que traes entre tus manos, la ternura;
si no tengo tus ojos ni la suerte
de ver la luz naciendo en la negrura
de tu pecho, y crecer, fiable y fuerte,
una quimera en tu frente oscura,
si no tengo tus ojos ni los míos
quiero hundirme en la tumba en la que vierto
la sangre que vomito cada día
y enjugarme allí solo los vacíos
besos que se me pudren como un muerto
sobre los labios, dulces todavía.
Enrique Ramos
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NO ME ESPERES, MADRE
Con mi dolor, en recuerdo de las víctimas del 11 de marzo, en Madrid.
No me esperes, madre.
No me esperes,
que hoy ya no volveré a casa
a la hora de comer.
Hoy, madre,
hoy he vivido en un minuto
la muerte de mis hijos,
la muerte de todos los hijos,
la muerte de todos los padres.
Hoy, porque sí, sin preguntar,
me ha llevado el silencio,
me ha sorprendido el estruendo
espeluznante y macabro
de mi vida volando por los aires.
Hoy ya no soy tu hijo, madre,
porque ellos lo quisieron;
hoy soy tus recuerdos de cuando era niño,
soy tu carne, tu sangre,
soy un cadáver en un reportaje,
un nombre en una lista
y una herida
en tus entrañas,
madre.
.
Enrique Ramos
No me esperes, madre.
No me esperes,
que hoy ya no volveré a casa
a la hora de comer.
Hoy, madre,
hoy he vivido en un minuto
la muerte de mis hijos,
la muerte de todos los hijos,
la muerte de todos los padres.
Hoy, porque sí, sin preguntar,
me ha llevado el silencio,
me ha sorprendido el estruendo
espeluznante y macabro
de mi vida volando por los aires.
Hoy ya no soy tu hijo, madre,
porque ellos lo quisieron;
hoy soy tus recuerdos de cuando era niño,
soy tu carne, tu sangre,
soy un cadáver en un reportaje,
un nombre en una lista
y una herida
en tus entrañas,
madre.
.
Enrique Ramos
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