martes, 23 de octubre de 2007

MARZO 22

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Escucha...

¿lo oyes?

Es el viento del Este, es su murmullo frío.
Se acerca, flotando sobre el mar,
entumecido después de tanto otoño,
con ganas de acampar tras la cosecha.
Te pide al oído que le dejes abrigarse
entre tu blusa y el cauce soñado de tus pechos,
que permitas que se instale en cada poro
de tu piel, en los deseos de los hombres
que te miran, y en los pliegues de sus manos,
para que le roces con tu vientre
cuando ellas se acerquen a abrazarte.

Es el viento del Este, que ya viene,
huyendo de otras tierras. Es su murmullo tenso,
su silbido ronroneante, la voz entrecortada
que crepita en los sarmientos de las vides
y se extingue, lentamente, en contacto con el suelo;
es el polvo desterrado, el grano de trigo que se eleva
en la corriente y cae al mar,
tan lejos que nadie sabe
adónde va ni de dónde viene.

Se te acerca muy despacio,
te acaricia los muslos, suavemente,
y te hace temblar si lo presientes rodeándote los hombros,
tiritar cuando te sube
recorriéndote la espalda
y mordiéndote en el cuello.

Escucha...

¿lo oyes?

Es el viento del Este, es su murmullo.

Es el invierno, que ya viene.


Enrique Ramos

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