domingo, 18 de noviembre de 2007

CREDO DE MARZO (HORACIO ALEJANDRO ARAGÓN)

Horacio Alejandro Aragón, que firmaba con el pseudónimo de Alejandro Salvador Sahoud, Zugzwang, fue un grandísimo prosista y magnífico poeta con quien tuve el privilegio de disfrutar de un intenso diálogo poético en marzo de 2007 a raíz de su poema "Credo de marzo", que reproduzco a continuación. Podéis encontrar el posteo completo en el siguiente link:

http://www.ultraversal.com/foro/viewtopic.php?t=10149&postdays=0&postorder=asc&highlight=credo&start=0

Alejandro falleció el pasado día 18 de Febrero de 2008, un día que será maldito en el corazón de todos los que, de una manera u otra, le queríamos. Escribió hasta que ya la pluma se le caía de las manos, cercano el momento de su muerte. Ayudó a todos los que le rodeaban en una de las cosas que más sentido dio a su vida: la escritura. En la aventura de la prosa y de la poesía fue un maestro y, por encima de todo, un compañero, un amigo.

Descanse en paz.

Quiero aprovechar para expresar aquí mi agradecimiento, por su generosidad humana y poética, a todos los integrantes de la gran familia que es Ultraversal, espacio gracias al cual me siento hoy un poco más poeta y mucho más humano, y especialmente a Morgana de Palacios, su alma máter:

http://www.ultraversal.com/


CREDO DE MARZO


Háblame desde tu vientre de amazona del alba.
Dame hijos de trueno y de la más amarga de las sales.
Muérete en mí, purpúrea como una estatua de metal oscuro.
Nácete nueva y fragante con el olor a mezcla de los sexos.

Calma el día en tu fecundidad austera como un árbol
donde desandan pájaros los pequeños triunfos de las hadas.
Ofréndate a mis dioses con tus leches acibaradas y ebrias.
Sé mi opuesto en la luz de tu piel última.
Tu intensidad amaderada y quemadora, vuelve ala.
Curva la eternidad sobre mi nombre escrito
en el caliente muro de tu nombre de esfinge.
Róbate para probarte los misterios de vestir tu cintura.
Descíñeme la calma del regreso y del agotamiento.
Padéceme en tus grutas de farallón de piedra alucinada
como a un mar tenazmente dolido e infinito.





miércoles, 31 de octubre de 2007

RESPUESTA A UN CREDO DE MARZO - RENUÉVALA POR DENTRO

.

Renuévala por dentro, marzo erguido en la frente de los árboles,
dale savia fecunda que le guíe a la cima de su pecho,
a lo más inasible de sus brazos, remúdala a tu lado,
agítale las piernas y rompe con tus manos la atadura
del frío que le hiela los deseos y espesa con su soplo
el semen que fecunda el ovario escondido en su regazo,
cúbrelo todo, sacia con tu verde esa tierra que te espera,
anégala de vida, empápala de sangre que despierte
las raíces dormidas de su invierno, oblígale a arrancarse
la espina que le tiene atenazada, insúflale el recuerdo
de un vientre enamorado, del vaivén victorioso de la vida
triunfando silencioso en sus entrañas.


Enrique Ramos

Más allá


Cualquier lugar. Enrique Ramos

martes, 30 de octubre de 2007

MARZO 2

.

Una catarata blanca nubla de nieve el ojo de marzo
y en el cielo se opacan las ramas verdes de un olivo
que sueña luz y primavera; se tiñen de gris y muerte lenta
las hojas más tempranas de una acacia
y se arrebola en el silencio inerte de la tarde
un aire frío que estremece;
las manos canas de la noche arrugan besos y susurros,
ahogan los crujidos de los huesos y enmudecen
los latidos en las piernas vigorosas de un castaño
que no sabe si es de frío o primavera
la caricia que recibe de este invierno que se acaba.
Que no tema: tras el hielo vendrán sus muslos a quebrarse
en álgidos suspiros, y más tarde el tibio viento templará
sus ingles, y marzo arrancará un gemido
de su vientre alborotado.


Enrique Ramos

Árbol y bruma


Árbol y bruma. Ermita del Acebo (Asturias). Enrique Ramos

MARZO 3 - NO LA LLAMES

.

No la sigas llamando, que ella no te escucha:
está bebiendo en otra copa un vino diferente,
disfrutando de otros labios más sedosos que los tuyos,
embriagándose en olores que tú nunca le ofreciste,
embebida en otros jugos más ardientes, subyugada
por las manos de otro hombre que acaricia
de otro modo su cintura, que penetra
cuando mira su mirada, otro hombre que domina
uno a uno cada pliegue entre sus piernas, cada poro,
cada gota de sudor entre sus pechos,
cada gemido que brota en su garganta,
cada latido.

No la sigas llamando, que ella no te escucha.
Está dormida sobre el pecho de un sueño que le excita,
acurrucada sobre un vientre más profundo,
enamorada, amigo mío,
mal que te pese,
de un otoño que no es el tuyo,
sino otro que se rompe en primavera.


Enrique Ramos

Al otro lado


Verja. Valverde de los Arroyos (Guadal.). Enrique Ramos

lunes, 29 de octubre de 2007

MARZO 4 - VIENTO DE MARZO

.

y tú me miras
con tus ojos de viento
me tientas con tus pechos excitados
y con una sonrisa me recorres
y me desnudas
y me acaricias
y me empujas amante hacia tus piernas húmedas
y me quiebras la piel
como una esquirla que rompiera el alba
en sus azules y en sus tenues rojos

estremeces el suelo que pisamos
y encharcas mi cintura y la germinas
con tu semen de verde y hojas tiernas
de fragancias que inundan los recodos
de los ríos y el bosque soñoliento
de venas que frenéticas
despieran de quebrantos y delirios

avivas ramas secas
revives las raíces olvidadas
rescatas del infierno nueva sangre
que mana a borbotones de las manos
y me das esa luz que necesito
para hundirme en el fondo de la nada

yo solo soy un viento de marzo que agoniza
y tú

la primavera.



Enrique Ramos

Luces y sombras


Hayedo (Guipuzcoa). Enrique Ramos

Contraste


Hayedo. Zegama (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 5 - ELLA (LA VI)

.

Ella
es el musgo duro de la piedra en que tropiezo
el ronco gris de un trueno mojado por el río
el agua verde rota en la chorrera de sus ojos

ella es la brizna de hierba en mi bolsillo húmeda
la caricia amarga de un sol que no aparece
el frío de una mañana azul con los cuerpos confundidos

ella es la lluvia que atraviesa diáfana sus pechos
la calma del trigo que ondula su espalda con la brisa
el remanso hondo del vacío de su vientre

es la línea roja de la vida en la palma de su mano
es la sonrisa que busca dulcemente un rostro que la quiera
ella es la gota de saliva que inunda todo beso

ella
es el poro de su piel en el que habito


Enrique Ramos

Primavera


Hayedo en Zerain (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 6 - QUE VENGA POR MÍ LA PRIMAVERA

.

¿Cómo no desnudarme,
si están creciendo versos en mi pecho
y en mi costado asoman imprudentes
palabras que me queman
sentimientos, anhelos y nostalgia?

Yo quiero desnudarme
y sentir la mirada de tus manos
surcándome la piel en rojo vivo,
rozándome la sangre emocionada,
erizando despacio mis costillas;
sentir imperturbable
que en mis ojos no cabe la distancia
que separa, maldita,
un labio de otro labio que lo besa.

Yo quiero desnudarme
y que me toque,
sí,
que me toque el alma de los huesos,
que me toque el cielo de la boca,
que me toque la línea de los labios
con sus dedos de amante
y que me apriete,
que me apriete muy fuerte con el borde
de sus ingles sedientas de mis piernas.

Yo quiero desnudarme,
y que venga por mí la primavera.


Enrique Ramos

Tan solo


Tan solo. Embalse en Guipuzcoa. Enrique Ramos

MARZO 7 - TAN SOLO (EN LA CALLE LLUEVE TANTO)



.

hoy siento gris mi pecho en la tormenta
y en la calle está lloviendo casi tanto

me seda el viento suave
y ese murmullo de agua entre mis dedos
que remansa los gritos de un naufragio entre poemas
y me sugiere
que muy probablemente sigo vivo
al borde de la piel
porque me estoy muriendo un poco más adentro
junto a mi pecho gris
junto a mi risa bronca
junto a mis ojos enlutados
en vago por la ausencia
de luz donde mirar
y en mi garganta hirsuta
que atascada de versos
solo traga angustiada la saliva
y mucho
muchos nudos

y nada más

tan sólo ese silencio
tan solo ese silencio
ese silencio sombra
ese silencio hielo
de muerte que me abisma
en este frío que me lleva


Enrique Ramos

Reflejo


Reflejo. Guipuzcoa. Enrique Ramos

MARZO 8 - BOSQUES DE PIEDRA (ÉL)

.

Él es como la sombra de musgo en los guijarros,
como el liquen prendido de las rocas
que matiza con gris y verde su mirada;
son sus ojos reflejos
de tierras pardas, ávidas orillas
que buscan en sus manos un río que las surque,
el agua arrebatada que sin freno
discurra rota
arrastrando los versos y las piedras,
y cubra sus recuerdos con el limo
del borde de sus labios desgajado.

Él es como las ramas robustas de un almendro
de mármol, que se quiebran con el ruido
de la brisa, una roca de granito
que se agrieta temblando con un soplo,
que cruje con el viento más somero,
que se allana si roza con la frente
la mejilla innombrable
de una flor perdida en la espesura
de ese bosque de piedras que retoñan...


Enrique Ramos

Sombra


Hayedo. Zegama (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 9 - UVA DE MARZO

.

Uva de marzo, allá, tan lejos,
quién la viere en estas tierras.

Ella clava allí su diente en la pulpa otoñal de tus ojos
y bebe el mosto que cae por tu garganta,
y te emborracha con el roce de sus labios.
Ella lame allí tu piel de dulce caldo y traga
tu sabor a bocanadas, y tu olor
de manso fruto le provoca,
le excita los sentidos y se revuelca
en la tierra, entre las cepas.

Ella huele allí a sarmiento roto,
a escobajo cargado de uva fresca y a taninos,
huele a bermellón recién parido, a sangre de los campos
que chorrea por el cuello,
a otoño rojo en la boca de los hombres,
huele a vidrio mojado, a cata temprana
y a sonrisa jugosa entre los pechos de tu viña,

huele a sudor de primavera, huele a vino,
allá, en tu tierra,
tan lejos.


Enrique Ramos

Espinas


Alambrada. Cualquier lugar. Enrique Ramos

MARZO 10 - QUERENCIA

.

Ella sigue, sin pensarlo, mi camino, me sujeta
por los pies y ata mis manos a su frente,
ciñe mi costado a su costado y con dulzura
envuelve mis piernas con sus piernas;

ella ama todo cuanto miro: sigue mi mirada
allá donde la llevo, tuerce el rostro, inclina
el hombro o dobla la rodilla para seguir mirando
desde el centro mismo de mis ojos; ella esculpe
con su lengua mi contorno y modela lentamente
la curva sinuosa del deseo, que le sube por los muslos
y le orienta las caderas hacia el axis tembloroso
de mi pecho, ella dibuja con sus dientes la ruta
de mi espalda hacia el abismo, la senda hacia el espejo
en que refleja la noche su querencia por lo oscuro,
la imagen deformada de un bosque diminuto que separa
un cuerpo, el mío, de su cuerpo.

Ella es esa tierra más allá del mar
con la que sueño cuando la imagino en estas tardes lentas
en que llega allí el otoño y viene aquí la primavera.


Enrique Ramos

jueves, 25 de octubre de 2007

Puerta


Puerta. Zerain (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 11 - ESTÁ LLOVIENDO

.

Está lloviendo en el marzo seco de tus ojos.
Está lloviendo y hace frío, de repente.

Se somete ante la terquedad del viento la hoja seca
y cae al suelo, tras un trémulo vaivén; se comba la rama
antes enhiesta y cruje al doblegarse, vencida
por el peso insoportable del otoño.

He rozado tu frente
con mis labios, y un aire álgido ha cubierto tu semblante y tu mirada
de miedo y de tristeza,
de muerte y de vacío.
Tu boca es hoy cobijo donde duermen
mis sueños más secretos,
refugio de mi lengua, hogar donde se agita
una hoguera embravecida
cuando arden mis deseos. Se acorcha el suelo bajo el árbol
y se cubre con humus que algún día
habrá de regalarle el alimento; se preña de micelios y de setas,
se abigarra la vida que lo nutre y se entumece
la sangre que lo riega. Se agrisa el cielo y se nubla tu sonrisa
porque está lloviendo en el marzo seco de tus ojos,
en ese marzo de otoño que en mi tierra,
más acá del mar que nos separa,
se está rompiendo en primavera.


Enrique Ramos

Nubes


Nubes. Zerain (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 12 - LLORANDO SE NOS MUERE

.

hoy la Parca no ha venido
y dile que no venga
que me encuentra con el hacha levantada
y le juro por mi Dios y por el suyo
que si viene
va a sentir mi filo por el cuello
cuando salga a degollarle

dile
a la Parca que no venga
que tengo preparado un ataúd grande
para su cuerpo y el mío
que se vaya
que voy a hacer que sangre aunque sangre no le quede
que llore aunque lágrimas no tenga
que suplique por la vida
aunque traiga la muerte en las entrañas

y dile a ese otoño que te llega
que se lleve con el viento el sinsabor que te provoca
la inmensa estupidez de quienes saltan como títeres del amo
a defender lo indefendible
la idiotez de algunas bocas que no callan
en este marzo que agoniza
en este marzo de otoño o primavera
que llorando se nos muere


Enrique Ramos

Ventana


Ventana. Zerain (Guipuzcoa). Enrique Ramos

MARZO 13 - ABRO LOS OJOS

.

abro los ojos
y en la retina se me escarcha
tu reflejo

te miro como si la luz
como si el aire
como si tus manos

como si nunca

te miro
con el pecho sembrado de hojas rotas
y los dedos comidos por los peces

con el vientre dulcemente amortajado
y la espalda quebrada
por los dientes de un cuchillo

te miro
con la mirada triste de los sauces
y la palabra amarga del almendro
y en mis labios

la muerte

como si lo oscuro
como si el barro
como si la sangre

como si siempre



Enrique Ramos

Ermita del acebo


Ermita del acebo. Asturias. Enrique Ramos

MARZO 14 - A VECES LA NOCHE

.

A veces
la noche se me mete dentro y me oscurece,
me inunda de sangre negra y barro denso,
me reseca la carne y resquebraja,
y me retuerce hasta romperme.

A veces
me roba la noche las palabras y condena
la puerta de los nombres,
me amordaza llenándome la boca de silencios
y cercena mis manos con el borde afilado del olvido.

A veces
la noche se lleva mi luz y mi mirada;
me deja sentado sobre el suelo,
acurrucado entre mis brazos y aterido;
a veces la noche no recuerda que hay un niño
escondido en un rincón de cada hombre
y que ese niño a veces siente miedo,


mucho miedo.


Enrique Ramos

miércoles, 24 de octubre de 2007

Blanco y rosa


Desde la ventana. El Otero (Asturias). Enrique Ramos

MARZO 15

.

Puedes venir a buscarme cuando quieras,
que tengo listas las mortajas:
camisa blanca, chaleco negro, limpias
las palmas de las manos. Sólo el sudor,
por el mango de la azada, y alguna gota
de sangre en las yemas de los dedos
por las espinas,
por las astillas,
por los pinchos de las alambradas
de tus campos rojos. Como el vino
del odre me derramas por tus labios de marzo,
y te recorro, y quiero dulcemente suicidarme,
quiero ahogarme en tu vientre oscuro
y sentir entre mis piernas
el tacto sedoso de la muerte,
si te tengo.

La noche nos reclama:
ven a clavarme ya tus finos dientes,
prepara unas monedas y los remos
y partamos,
que Caronte, en otoño, en esta orilla
del mundo desespera.


Enrique Ramos

Paisaje asturiano


Paisaje asturiano. Enrique Ramos

MARZO 16 - ESE CIELO

.

Están cargados los árboles de hojas
y la tierra respira
agua fresca y musgo verde.

Más allá del horizonte,
donde los ojos entornados ya no llegan,
una montaña enorme y un azul gigante
nos separan, y una noche profunda y oscura,
silenciosa y opaca,
lo abarca todo,
lo cubre todo,
lo turba todo, omnipotente.

La grama aquí sigue creciendo
y la genista esparce su amarillo por lomas
y praderas,
y verdean los trigales
acariciados por el viento en la solana,
y grajea un cuervo, despreocupado, a lo lejos.

Más allá del horizonte y la montaña,
más allá de ese mar inabarcable,
el otoño está tiñendo de ocre y rojo
cada palmo de tu tierra,
cada gota de tu río,
cada arruga en tu semblante,
y está aventando sentimientos
aquí y allá,
con tanta fuerza.

Es de noche, noche apagada,

y estoy pensando
que aunque nunca veremos juntas las estrellas
de tu tierra y de mi orilla,
siempre veremos cerca,
tan cerca,
ese cielo de otoño y primavera
que cubre nuestra frente.


Enrique Ramos

Ventana


Ventana. El Otero (Asturias) Enrique Ramos

MARZO 17 - COMO NUNCA

.

La luz se funde en la tibieza del ocaso,
y un intenso azul postrero se hunde en la penumbra;
las hojas de los árboles repliegan, lentamente,
se esconde el agua de la lluvia
en los huecos sinuosos de las piedras, y en la tierra
germina un pensamiento, quizá sin dueño.

Pero más allá de las palabras,
de la luz y del ocaso,
más allá del agua y la penumbra,
más allá de la tierra la carne se revuelve,
y el alma de un hombre desespera;
el pecho se le rompe en dos mitades
y la voz se le entrecorta,
y se le achica la garganta cuando grita,
mirando al cielo con los brazos levantados,
que la quiere como nunca hubo querido...

y me lo dice en secreto,

y en silencio.


Enrique Ramos

martes, 23 de octubre de 2007

Ocaso en Asturias


Ocaso en Asturias. Enrique Ramos

MARZO 18 - HE VISTO EL CIELO HOY

.

He visto el cielo hoy,
y aquí las nubes no son blancas,
son azules, y es blanco el cielo en el que vuelan.

Aquí la tierra se ha puesto boca abajo
y los pájaros surcan las rompientes
dibujando estelas de verde espuma,
y salpican las raíces de los sauces
de ocre primavera. Aquí las casas echan humo
a través de los cimientos y las tejas
se derraman y discurren lentamente
hacia el arroyo, como hojas
desprendidas de un otoño inverosímil.

He visto el cielo hoy
plagado de alas de madera y piedras grises,
de pálpitos de duelo y de lamentos,
de párpados cerrados y ojos tristes como esquelas.

He visto el cielo roto
como un pecho dolorido
y no puedo consolarme.

He visto el cielo hoy,
amenaza lluvia

y tengo miedo.



Enrique Ramos

Crepúsculo

Crepúsculo. Barcelona. Enrique Ramos

MARZO 19 - OTOÑO DE MARZO

.

Otoño de marzo, savia viva que se muere
en verdes y ocres bocanadas,
viento que asola
la mejilla del árbol y que abate
el fruto maduro que marchita,
viento de otoño que cruje
cuando quiebra las ramas más vetustas
del bosque de los sueños,
olor a tierra roja y musgo renacido,
a vereda húmeda cuajada de micelio y hierbabuena,
a prado verdecido que agoniza con el soplo
de un aire diferente, con el roce sutil
de una brisa que peina las ramas de los sauces
y estremece a las muchachas.

Otoño de marzo que se muere,
fuego oblicuo de una llama
que se extingue lentamente,
hálito leve que en un sueño se disipa,
hilo de vida que Átropo cortara con dulzura.

Otoño de marzo, que te mueres.
Tenue ocaso.

Óbito amargo.



Enrique Ramos

Paisaje


Paisaje. Valverde de los Arroyos. Enrique Ramos

MARZO 20 - QUÉDATE

.

Quédate, le dije
susurrándole al oído
brisa de hojas frescas y aroma
de anises estrellados.

Quédate, le dije
acariciándola
con música de viento y húmedas palabras;
quédate, mientras miraba
sus ojos tristes como otoños,
sus labios entreabiertos a punto de un gemido,
su boca,
inclinada para un beso.

Quédate, le dije
mostrándole las palmas de mis manos, abiertas
como un cielo en primavera,
quédate, mientras sentía
temblar sus ingles y sus brazos
rodeándome la nuca,
su pelo negro rozándome la frente.

Quédate, le dije,
y sentí un hachazo en el centro mismo de mi pecho,
una estocada seca y fría,
cuando supe, de repente, que ella era
solo un sueño
en un poema.


Enrique Ramos

Árbol de marzo


Árbol de marzo. Valverde de los Arroyos. Enrique Ramos

MARZO 21 - DÓNDE VAS

Dónde vas, dónde guardas el secreto
de tus ojos, que hienden cuando miran
y coagulan la sangre de los hombres,
dónde vas,
le dije yo, rozando su pelo negro y dulce,
sus labios sumergidos en mi carne.

En qué lugar escondes la llave de la alcoba
donde duermen tus sueños,
donde se agota el tiempo que marca la llegada
de otros vientos, de otros marzos callados
en el pecho partido de los hombres.

Dime dónde te vas cuando tan lejos,
cuando tan hondo y tan rotunda llegas,
dime dónde me habitas cuando callas,
dime dónde cobijas tu mirada indescifrable,
en qué lago sumerges
el agua verde y limpia de tus ojos
cuando entregada e inerme te abandonas.


Enrique Ramos

Árbol


Árbol. Valverde de los Arroyos. Enrique Ramos

MARZO 22

.

Escucha...

¿lo oyes?

Es el viento del Este, es su murmullo frío.
Se acerca, flotando sobre el mar,
entumecido después de tanto otoño,
con ganas de acampar tras la cosecha.
Te pide al oído que le dejes abrigarse
entre tu blusa y el cauce soñado de tus pechos,
que permitas que se instale en cada poro
de tu piel, en los deseos de los hombres
que te miran, y en los pliegues de sus manos,
para que le roces con tu vientre
cuando ellas se acerquen a abrazarte.

Es el viento del Este, que ya viene,
huyendo de otras tierras. Es su murmullo tenso,
su silbido ronroneante, la voz entrecortada
que crepita en los sarmientos de las vides
y se extingue, lentamente, en contacto con el suelo;
es el polvo desterrado, el grano de trigo que se eleva
en la corriente y cae al mar,
tan lejos que nadie sabe
adónde va ni de dónde viene.

Se te acerca muy despacio,
te acaricia los muslos, suavemente,
y te hace temblar si lo presientes rodeándote los hombros,
tiritar cuando te sube
recorriéndote la espalda
y mordiéndote en el cuello.

Escucha...

¿lo oyes?

Es el viento del Este, es su murmullo.

Es el invierno, que ya viene.


Enrique Ramos

Árbol solo


Árbol solo. Valverde de los Arroyos. Enrique Ramos

EPÍLOGO DE MARZO

MUSICA: BEETHOVEN, SONATA PARA PIANO Nº14 "CLARO DE LUNA", MOV 1, ADAGIO




"Pocas veces he sido tan hombre y tan humano
como cuando he llorado como un niño
sintiendo la alegría y la tristeza de tus versos"

Para Alejandro Salvador Sahoud, Poeta,
con mi aprecio y admiración.


En el invierno tocan a galerna
las campanas colgadas en el cielo:
negro luto de otoños viscerales
y verde primavera contristada;
suenan ecos de verdes desgarrados
y latidos de labios que laceran
con sus besos los labios que los rozan.
Tocan a muerto en el osario frío
de sus ojos de sierpe, traicioneros,
tocan a muerto en el calvario dulce
de su boca, y entierran soledades
en las palmas abiertas de tus manos,
en la sonrisa franca de tu rostro
y en el hueco profundo de tu lecho.
Te está llamando a gritos sin hablarte,
entre la niebla espesa te reclama:
la muerte está mirándote a los ojos,
y sonríes sintiendo su presencia,
como si ya la hubieras visto antes
arrancando las vísceras al tiempo
o degollando sombras a destajo;
como si ya supieras tu destino
en el infierno largo que te espera,
como si conocieras el instante
exacto de tu muerte, y no te importa
seguir amando en la existencia breve
que te queda, sentir en cada verso
la presencia insolente de la parca,
que se lleva de forma inevitable
este credo de marzo que se muere
con la llegada triste del invierno,
este credo de marzo que agoniza
regurgitando flores y hojas secas,
quemándose en el fuego del verano,
y llora sin consuelo cortándose las alas
con las yemas quebradas de los dedos.
Que la muerte te lleve, primavera,
que te lleve la muerte, y al invierno
le regale la sangre que te robe,
y al otoño, allá por otras tierras,
credos de marzo hondos, de mi pecho.


Enrique Ramos
Marzo de 2007

sábado, 20 de octubre de 2007

ARRÁNCAME EL CORAZÓN

le dije
arráncame el corazón si quieres
y separé los brazos dejando
al descubierto mi pecho
dolorido
y ella deslizó la palma de sus manos
desde mi frente hasta mi cuello
alargando la caricia
y clavó sus uñas a la altura de un latido
mientras me besaba dulcemente

y me arrancó el corazón
sin hacerme daño apenas

con ternura

y lo guardó en el bolso con cuidado



luego sólo pude ver
cómo ella se marchaba
lentamente
con el bolso colgado del hombro
y apretando fuerte mi vida
con el codo


Enrique Ramos


.

Ventanuco


Verdes (A Coruña). Fotog: Enrique Ramos

MÁS ALLÁ DE TU CENTRO

Más allá de tu centro sentiré que no hay nada:
ni en lo alto de un grito, ni en lo grave y profundo
de ese mar saturado de deseo en que hundo
mi ansiedad por amarte, por fijar mi mirada
más allá de tu centro, más allá del sabor
de tu piel encendida que se excita conmigo
cuando rozo tus piernas y acaricio tu ombligo,
que tirita en mis labios y que sabe a sudor;

más allá de tu centro sentirás la firmeza
de mis manos de acero rodeándote esquiva
y suplicarás muerta el amor mientras viva
mi sonrisa en tus ojos y en mi voz la tibieza,
susurrando un te quiero mientras beso tu oído.
Más allá de ti misma no hallarás el consuelo
de un amor que te sacie: morirás como el hielo
que se funde en la hoguera exhalando un gemido.


Enrique Ramos

.

Mirador sin paisaje


Mirador sin paisaje. Burela (Lugo). Foto: Enrique Ramos

POR QUEMARME

Por quemarme en tus labios, alma mía,
he perdido, imprudente, la cordura
y he vivido en tus brazos la aventura
de ser ave volando en la bahía
de tus pechos, de hallar en la cintura
la rienda que me lleva hasta tu hoguera,
el ardor que me abrasa y me acelera,
el amor que me arrastra a la locura.

Por quemarme en tus labios, cielo mío,
he perdido mis ojos y mis manos,
mi lengua y mi mirada, y el vacío
de mi boca se llena de gusanos
que horadan en la herida, y siento frío,
alma mía, sabiéndolos humanos.

Enrique Ramos.

.

Paseo



Paseo de los enamorados. A Coruña. Fotog: Enrique Ramos

viernes, 19 de octubre de 2007

ME QUEMARÉ

"Mas no podré evitar, en este juego,
que te quemes los ojos con el fuego
de poemas que suban por la espalda".
MORGANA DE PALACIOS


Me quemaré los ojos con el fuego de tus versos
y sus brasas serán el alimento de mis manos:
tragaré dulcemente las cenizas y el veneno,
y en sus cuencas vacías construiré mi columbario.

Murieron ya los días que en mi frente se marcaron
como enseñas los ictus tenebrosos de tu verbo,
y en mi garganta ásperas se hundieron como clavos
las palabras espina arrancadas de tus dedos.

Ahora son mis ojos más oscuros y en su goce
no distinguen peligros en las sombras, confundidos
por las suaves caricias de tu lengua serpentina;
si lo sueñan, se abrasan en la hoguera de tus rimas,
y esclavos penitentes de tus pausas y tus ritmos,
sensuales como labios se derriten en la noche.


Enrique Ramos

.

Barca


Barca. Costa da Morte, Galicia. Foto: Enrique Ramos

SI NO TENGO

Si no tengo mis ojos quiero verte
con los tuyos y ver, en la espesura
de la mirada fría de esa muerte
que traes entre tus manos, la ternura;
si no tengo tus ojos ni la suerte
de ver la luz naciendo en la negrura
de tu pecho, y crecer, fiable y fuerte,
una quimera en tu frente oscura,
si no tengo tus ojos ni los míos
quiero hundirme en la tumba en la que vierto
la sangre que vomito cada día
y enjugarme allí solo los vacíos
besos que se me pudren como un muerto
sobre los labios, dulces todavía.

Enrique Ramos

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Rocas y luz


Costa da Morte. A Coruña. Foto: Enrique Ramos

NO ME ESPERES, MADRE

Con mi dolor, en recuerdo de las víctimas del 11 de marzo, en Madrid.


No me esperes, madre.

No me esperes,
que hoy ya no volveré a casa
a la hora de comer.
Hoy, madre,
hoy he vivido en un minuto
la muerte de mis hijos,
la muerte de todos los hijos,
la muerte de todos los padres.
Hoy, porque sí, sin preguntar,
me ha llevado el silencio,
me ha sorprendido el estruendo
espeluznante y macabro
de mi vida volando por los aires.
Hoy ya no soy tu hijo, madre,
porque ellos lo quisieron;
hoy soy tus recuerdos de cuando era niño,
soy tu carne, tu sangre,
soy un cadáver en un reportaje,
un nombre en una lista
y una herida
en tus entrañas,
madre.


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Enrique Ramos

Barcas


Barcas en la playa. A Coruña. Fotog: Enrique Ramos

A VECES

A veces no encontramos la palabra
para pintar el blanco que en tu sueño
tiñe la noche oscura, y con que labra
tu cruz y tu martirio con empeño.
A veces no entendemos el arcano
aroma de la aurora, que temprano
avisa que la vida se estremece
y arruga sinrazones, ni el huidizo
temblor de la mañana, que rojizo
rompe el alba, y el negro desvanece.


Enrique Ramos

Tonos


A Coruña. Costa da Morte. Fotog: Enrique Ramos

CRONICA

"Hay noches tan oscuras como el plástico
con el que lo taparon de repente"
LUIS GARCÍA MONTERO


Enormes ojos de piedra fijados
con clavos a sus cuencas.
Lágrimas recorriendo su garganta
y mil recuerdos,
mil sonrisas,
mil caricias
cayendo hacia el abismo horizontal
de un cuerpo derribado.

Y yo le susurraba
no te vas a morir.

Un riachuelo su orina,
un reguero su sangre
desparramada por la acera;
sus manos temblorosas,
sus piernas agitadas
y su pecho roto, sobre el asfalto.

Y yo le susurraba
no te vas a morir.

Carne quemada y olor
al humo de la muerte,
carreras a lo lejos,
una bala que palpita un corazón
y desde el suelo, un fajo de billetes
volando hacia la nada.

Murmullos y sirenas,
uniformes y botas,
micrófonos y flases,
luces rojas y más luces,
y un asesino suelto
mientras imploraban la vida
esos ojos de hielo azul,
de congelada angustia,
de inerte ausencia.

Y yo le susurraba,
acariciándole la frente,
no te vas a morir.

Y su sangre,
cada vez más fría,
y su latido,
cada vez más mucho,
con su mano entre mis manos,

y en su rostro,
y en mis ojos,


dibujada


su

última



mueca.



Enrique Ramos

Sucedió la noche del 5 de Enero de 2005,
ante mis ojos y entre mis manos.
Descanse en paz.

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Raíces


Hayedo. Guipuzcoa. Fotog: Enrique Ramos

TUS LATIDOS

Te miro
y me derramo.
Me absorbe la tierra,
y yo la absorbo,
y la germino,
y la acaricio.

Estoy escondido
en un poro de tu piel,
esperándote despierto.
Cuando te desnudes, avísame,
que miraré para otro lado;
no quiero importunarte,
pero deja que me quede aquí,
a vivir contigo.
Te veré sonreir, cada mañana,
y oiré tu respiración, cuando te acuestes.
Me dormiré en silencio,
disfrutando tus latidos.

Me gusta tu piel,
me gusta vivir en este poro:
es mi casa.
Desde aquí te miro
y me derramo,
me absorbe la tierra,
y yo la absorbo,
y la germino,
y te acaricio.

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Enrique Ramos

Noche


Sierra del Hoyo. Hoyo de Manzanares. Fotog: Enrique Ramos

¿QUÉ SABES TÚ?

Dime qué sabes tú de lágrimas ardiendo
en cuencas demacradas y vacías,
qué sabes tú de pechos desangrados y roídos,
de silencios y ausencias infinitas
que socavan despacio
y rasgan en jirones
mi piel y mi recuerdo.

Dime qué sabes tú
de mis latidos grises,
de mis manos hinchadas de madera,
coloreadas
de pardas esperanzas,
qué,
de los turbios sonidos violentados
por tránsfugas caricias,
dime qué sabes
de los puños que empujan
tu garganta y girándose te machacan los ojos
hasta que impávidos estallan.

Dime qué sabes tú de vientos que perforan
con sus voces las sienes enterradas
y taladran mi frente, mi nuca y mi mejilla con sus besos
y maceran sin ruido calaveras.

Dime qué sabes tú
de la muerte que viene sin mirarme,
qué sabes tú,
sin hurgar con tus dedos
más allá de mi vientre.

Dime qué sabes tú.

Azul


Ermita del Acebo. Fotog: Enrique Ramos

MALDITA SEA



Silbó la soga al resbalar
violentamente entre sus manos,
y sonó después un golpe oscuro,
como de hachazo, como de cielo roto,
como de tronco frágil abatido:
aldabonazo sordo de la muerte que aún retumba
en la frente dormida de estos hombres;
y luego cuatro chasquidos breves
que me helaron,
y tierra sobre el vientre y sobre el pecho;
tierra sobre la boca y en la garganta enmudecida,
tierra sobre la lengua, y en el alma tierra
que aún recuerdo resonando como un eco entre los dientes.

Yo te dije:
mírame,

y tú

te ensimismaste
recordando algunos sueños nuestros incumplidos,
algunos besos míos nunca dados,
y unas pocas palabras rotas
nunca,
nunca pronunciadas.

Yo te dije:
mírame,

y tú...


bajaste aquellos ojos
profundos hasta el suelo,
y teñiste de azul con tu mirada
el último puñado
de tierra que en la calma de la tarde
dejaste reposar sobre mi cuerpo.

Descanse en paz,
te oí decir,

y no pude mirarte.


Maldita sea.


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Enrique Ramos

Dos


Playa de Zarauz. Fotog: Enrique Ramos

DESEO

No son mis labios, no; soy de la copa
mellada que sostienes en tus manos
el filo quebradizo que te hiere,
soy el sabor salado de la sangre
que brota de tu lengua cuando besas,
la esquirla de ese vidrio que respiras
y el grito desgarrado cuando rompes
ese sueño lascivo que te inunda
la boca, las entrañas y los huesos.

No son mis labios, no, es la locura
ahogada de tus ingles lo que roza
la sombra de tu boca humedecida,
los poros de tu piel cuando deseas
hendir tus labios en mis labios fríos.

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Enrique Ramos