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Ella
es el musgo duro de la piedra en que tropiezo
el ronco gris de un trueno mojado por el río
el agua verde rota en la chorrera de sus ojos
ella es la brizna de hierba en mi bolsillo húmeda
la caricia amarga de un sol que no aparece
el frío de una mañana azul con los cuerpos confundidos
ella es la lluvia que atraviesa diáfana sus pechos
la calma del trigo que ondula su espalda con la brisa
el remanso hondo del vacío de su vientre
es la línea roja de la vida en la palma de su mano
es la sonrisa que busca dulcemente un rostro que la quiera
ella es la gota de saliva que inunda todo beso
ella
es el poro de su piel en el que habito
Enrique Ramos
lunes, 29 de octubre de 2007
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