viernes, 27 de junio de 2008

LA CALLE

La calle presagiaba tu presencia
como presagia la tarde
la llegada de la noche en este invierno
seco y duro
de mis ojos. Ningún ruido,
ningún signo, solo quietud exasperante
y silencio,
silencio bronco en las esquinas,
silencio
que se afila en las manos
de un gato que maúlla entre dos coches,
a mi espalda.

Algo cruje tras de mí,
algo se agita,
me trepa y me atraviesa
mientras pienso, serenamente,
cuánto tiempo llevo aquí esperando
que tú llegues, y en el suelo
inerte me abandones.

La vida
es tan solo una calle fría
que hoy en mi pecho
se estremece.

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