viernes, 19 de octubre de 2007

DESEO

No son mis labios, no; soy de la copa
mellada que sostienes en tus manos
el filo quebradizo que te hiere,
soy el sabor salado de la sangre
que brota de tu lengua cuando besas,
la esquirla de ese vidrio que respiras
y el grito desgarrado cuando rompes
ese sueño lascivo que te inunda
la boca, las entrañas y los huesos.

No son mis labios, no, es la locura
ahogada de tus ingles lo que roza
la sombra de tu boca humedecida,
los poros de tu piel cuando deseas
hendir tus labios en mis labios fríos.

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Enrique Ramos

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