martes, 2 de marzo de 2010

Cuando escribo

Cuando escribo, me siento desbocado,
aunque otras veces, lo lamento,
la lengua me enmudece
y la boca me muerde la garganta
como un lobo con hambre que quisiera
tragarse el mundo,
saciarse de mi sangre hasta la muerte;
se me comen los dedos los poemas y los versos
me saltan a los ojos y me arañan
o me clavan sus uñas oscuras como pozos.

No hay cuchillo que cale más hondo que la pena
del que tiene en el pecho clavada la palabra

y no puede zafarse.

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