"Hay noches tan oscuras como el plástico
con el que lo taparon de repente"
LUIS GARCÍA MONTERO
Enormes ojos de piedra fijados
con clavos a sus cuencas.
Lágrimas recorriendo su garganta
y mil recuerdos,
mil sonrisas,
mil caricias
cayendo hacia el abismo horizontal
de un cuerpo derribado.
Y yo le susurraba
no te vas a morir.
Un riachuelo su orina,
un reguero su sangre
desparramada por la acera;
sus manos temblorosas,
sus piernas agitadas
y su pecho roto, sobre el asfalto.
Y yo le susurraba
no te vas a morir.
Carne quemada y olor
al humo de la muerte,
carreras a lo lejos,
una bala que palpita un corazón
y desde el suelo, un fajo de billetes
volando hacia la nada.
Murmullos y sirenas,
uniformes y botas,
micrófonos y flases,
luces rojas y más luces,
y un asesino suelto
mientras imploraban la vida
esos ojos de hielo azul,
de congelada angustia,
de inerte ausencia.
Y yo le susurraba,
acariciándole la frente,
no te vas a morir.
Y su sangre,
cada vez más fría,
y su latido,
cada vez más mucho,
con su mano entre mis manos,
y en su rostro,
y en mis ojos,
dibujada
su
última
mueca.
con el que lo taparon de repente"
LUIS GARCÍA MONTERO
Enormes ojos de piedra fijados
con clavos a sus cuencas.
Lágrimas recorriendo su garganta
y mil recuerdos,
mil sonrisas,
mil caricias
cayendo hacia el abismo horizontal
de un cuerpo derribado.
Y yo le susurraba
no te vas a morir.
Un riachuelo su orina,
un reguero su sangre
desparramada por la acera;
sus manos temblorosas,
sus piernas agitadas
y su pecho roto, sobre el asfalto.
Y yo le susurraba
no te vas a morir.
Carne quemada y olor
al humo de la muerte,
carreras a lo lejos,
una bala que palpita un corazón
y desde el suelo, un fajo de billetes
volando hacia la nada.
Murmullos y sirenas,
uniformes y botas,
micrófonos y flases,
luces rojas y más luces,
y un asesino suelto
mientras imploraban la vida
esos ojos de hielo azul,
de congelada angustia,
de inerte ausencia.
Y yo le susurraba,
acariciándole la frente,
no te vas a morir.
Y su sangre,
cada vez más fría,
y su latido,
cada vez más mucho,
con su mano entre mis manos,
y en su rostro,
y en mis ojos,
dibujada
su
última
mueca.
Enrique Ramos
Sucedió la noche del 5 de Enero de 2005,
ante mis ojos y entre mis manos.
Descanse en paz.
.
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