No pactes treguas con la noche,
no firmes armisticios con tu sangre
cuando quieras llevar la soledad
sobre tu espalda,
no calientes tu pecho
con la luz de la luna
ni quemando en tu piel amaneceres.
No claudiques, no cedas al impulso
de apagarte en las brasas de un fuego abandonado,
no sucumbas, amor, a ti, como si siempre,
no te entregues, amor, como si nada.
Cuando sientas el aire
huir de tus pulmones
y tu garganta, seca de sal, deseo y versos
te niegue la saliva,
haz que surja tu voz de las entrañas
y que tu lengua, con un grito
se rompa como el eco entre las rocas,
y llámame,
y arrástrame sin miedo hasta tu boca.
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jueves, 21 de mayo de 2009
miércoles, 20 de mayo de 2009
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