domingo, 18 de noviembre de 2007

CREDO DE MARZO (HORACIO ALEJANDRO ARAGÓN)

Horacio Alejandro Aragón, que firmaba con el pseudónimo de Alejandro Salvador Sahoud, Zugzwang, fue un grandísimo prosista y magnífico poeta con quien tuve el privilegio de disfrutar de un intenso diálogo poético en marzo de 2007 a raíz de su poema "Credo de marzo", que reproduzco a continuación. Podéis encontrar el posteo completo en el siguiente link:

http://www.ultraversal.com/foro/viewtopic.php?t=10149&postdays=0&postorder=asc&highlight=credo&start=0

Alejandro falleció el pasado día 18 de Febrero de 2008, un día que será maldito en el corazón de todos los que, de una manera u otra, le queríamos. Escribió hasta que ya la pluma se le caía de las manos, cercano el momento de su muerte. Ayudó a todos los que le rodeaban en una de las cosas que más sentido dio a su vida: la escritura. En la aventura de la prosa y de la poesía fue un maestro y, por encima de todo, un compañero, un amigo.

Descanse en paz.

Quiero aprovechar para expresar aquí mi agradecimiento, por su generosidad humana y poética, a todos los integrantes de la gran familia que es Ultraversal, espacio gracias al cual me siento hoy un poco más poeta y mucho más humano, y especialmente a Morgana de Palacios, su alma máter:

http://www.ultraversal.com/


CREDO DE MARZO


Háblame desde tu vientre de amazona del alba.
Dame hijos de trueno y de la más amarga de las sales.
Muérete en mí, purpúrea como una estatua de metal oscuro.
Nácete nueva y fragante con el olor a mezcla de los sexos.

Calma el día en tu fecundidad austera como un árbol
donde desandan pájaros los pequeños triunfos de las hadas.
Ofréndate a mis dioses con tus leches acibaradas y ebrias.
Sé mi opuesto en la luz de tu piel última.
Tu intensidad amaderada y quemadora, vuelve ala.
Curva la eternidad sobre mi nombre escrito
en el caliente muro de tu nombre de esfinge.
Róbate para probarte los misterios de vestir tu cintura.
Descíñeme la calma del regreso y del agotamiento.
Padéceme en tus grutas de farallón de piedra alucinada
como a un mar tenazmente dolido e infinito.